Por Carlos Mariano Nin
Columnista
Un viaje en colectivo siempre será una aventura. En cada semáforo se repiten historias olvidadas.
Es en esos segundos eternos donde la imaginación juega con nosotros como si se tratase de las páginas de un libro. Eclipse, billetaje, las fiestas y el coronavirus se escucha en cada silenciosa conversación.
Son los temas de los que habla la gente hoy.
Pero entre el cambio de luces hay un tiempo tan fugaz como interminable. En ese momento se cruzan cientos de historias. Es un reflejo de la vida, esa que pasa del amarillo al verde y termina en rojo.
Chipa, jabones, cargador de celulares, pizza, jugo, gaseosas, agua y alfileres, forman parte de ese supermercado en movimiento que te lleva a la ventanilla del colectivo desde lo necesario hasta lo prescindible, que vas a terminar comprando de acuerdo a la cara o la facilidad del vendedor que hará imprescindible eso que nunca vas a usar.
Niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores libran una guerra cotidiana para llevar el pan a la mesa. Ya eran tiempos difíciles y la pandemia los empeoró.
Mezclados con ese ejército de vendedores informales cientos de jóvenes sin futuro recorren la fila de vehículos limpiando a la fuerza parabrisas, recibiendo insultos y alguna que otra esquiva moneda.
Esta semana, en una calle de Asunción, volvieron a pelearse entre ellos, desnudando que el problema se puede descontrolar en cualquier momento. Y seguimos como si nada. Se habla del tema. Se calla y se sigue. Es tan repetitivo como monótono.
Esos chicos forman parte de esos 260 mil jóvenes de entre 15 y 30 años de edad que no estudian ni trabajan, y son parte de un problema que amenaza la productividad y el crecimiento económico a largo plazo de los países, según advierten organismos internacionales.
Y entre toda esa gente resaltan esos artistas del arte urbano, que por unos segundos logran concentrar tu atención con extraordinarios juegos que desafían las leyes escritas de las cosas imposibles.
Pero al llegar la noche muchos no tendrán qué comer o cómo pagar el alquiler.
Las cifras están también a tu alcance para que puedas dimensionar un gigantesco problema que es casi invisible para nuestras autoridades.
Paraguay ocupa el último puesto en desigualdad teniendo en cuenta a sus socios del Mercosur, ubicándose en el puesto 98 de 189 países de todo el mundo, según el último reporte sobre el Índice de Desarrollo Humano del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas 2019, publicado esta semana.
Vuelven a cambiar las luces del semáforo y esas personas desaparecen. La vida sigue y cada uno va tras sus prioridades.
Las estadísticas son la ciencia que nos permite dimensionar las abismales distancias que nos separan como sociedad. El colectivo sigue, pero la historia va a repetirse en el próximo semáforo…DONDE VOLVEREMOS A VER LOS ROSTROS DE LOS NÚMEROS, esos números esquivos que nos desnudan la realidad. Y hoy están asustados y preocupados. El futuro es más que nunca incierto. Tan incierto como el futuro de la pandemia, que ya tiene vacuna y nosotros lo que no tenemos es cura.