Por Felipe Goroso S.
Columnista
Twitter: @FelipeGoroso
A todos nos ha pasado que una canilla gotea aún estando cerrada, que pierda por gotas más o menos importantes y con mayor o menor velocidad. Molestia, enojo, tristeza, frustración todas esas sensaciones y a veces todas al mismo tiempo. Situación compleja, si las hay, si al cuadro de crisis hogareña se suma el estruendoso reclamo familiar y generalmente al unísono: ¡Cambiá el cuerito! Y estamos hablando del primer reclamo, si se llega a un segundo, o Dios no lo permita un tercero, hay que esperar que venga con alguna que otra palabra subida de tono al final de la frase.
Algo parecido fue lo que se vio la semana pasada con el caso Bianca. Y no se ofendan antes de tiempo, les pido que lleguen hasta al final. Hace un año que los padres de Bianca tomaron la compra de un medicamento que podría ayudar a su hija de año y medio, a mejorar en algún punto, su calidad de vida. De ahí para acá, la titánica lucha de los padres de Bianca se volvió un tema nacional. Por momentos superado por otros temas de agenda, pero siempre presente. Consiguió tocar las fibras más íntimas de muchos paraguayos, sin embargo, aún falta una importante cantidad de dinero para llegar a la meta y un par de trámites burocráticos.
Un dictamen de la Comisión Nacional de Bioética repleto de apuntes negativos, incluso rebasando áreas de su competencia, conmocionó toda la escena dejando de contramano a los padres de Bianca quienes reaccionaron con un duro y emotivo video subido a las redes de la campaña alcanzando impresionantes números de reproducción y alcance. Un par de horas después de la aparición del dictamen, ya en la noche, voceros del Ministerio de Salud daban unas declaraciones aún sin medir la dimensión real del impacto. La canilla empezaba a mostrar sus primeras goteras.
Las horas que siguieron fueron de una terrible indefinición de parte del sector oficial, llegó la mañana y el tema era sin duda el de mayor preponderancia en la agenda. La escenificación de la crisis se daba en las escaleras del acceso del Ministerio de Salud con los padres de Bianca encadenados exigiendo respuestas y soluciones. Se agravó la cuestión con la ausencia del ministro de Salud en su habitual conferencia de prensa semanal sobre la situación del covid en Paraguay. Un par de fuentes mencionan que fue la apuesta para tratar de ganar tiempo mientras se recolectaba más información y se sumaba a quienes deberían de haber estado en el ojo de la tormenta desde el primer momento: los integrantes de aquel comité de bioética que habían emitido el dictamen. Las pérdidas en la canilla, que a esa hora ya había desbordado el lavamanos, era su responsabilidad. Eso fue lo que sucedió en la siguiente conferencia de prensa. La crisis sigue instalada, aunque fue mitigada con la salida del viceministro de Salud y la entrega de un compromiso de colaboración con los padres de Bianca. Aún faltan definiciones que podrían darse en las próximas horas, tienen que ver con alguna gestión de Cancillería que debería ser anunciada a más tardar en el día de hoy.
El abordaje de la crisis debió ser siempre desde la política. No desde el de un dictamen científico. La ciencia y la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, a veces no coinciden, pero es la política la única que permite sostener la ciencia a largo plazo. Al menos si lo que se quiere es cambiar el cuerito y que la canilla deje definitivamente de perder.