Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro

MBA

jzaratelazaro@gmail.com

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Como directivos, deberíamos siempre hacer el intento de mantener la frescura en nuestros actos.

No sería bueno en pleno siglo XXI (era de la tecnología y del trabajo participativo) quedar atrapado en viejas fórmulas y formas de hacer las cosas.

Es bueno tener la mente abierta a ideas y sugerencias de los miembros de nuestro equipo, pues de ese ida y vuelta muchas veces surgen cosas interesantes que quizás a nosotros como jefes no se nos han ocurrido.

Por más débil que consideres una idea que te puedan dar, no lo demuestres. Más bien podes hacer una pregunta: ¿cómo crees que podría funcionar mejor?

No hay necesidad de repetir tantas veces. Pero lo que más motiva hoy día a los jóvenes (millenials y generación Z) es que puedan sentir que las ideas y sugerencias siempre son bienvenidas. Es lo que hace que un equipo de trabajo se fortalezca y pueda actuar en la práctica como tal, pues sus miembros saben que el jefe está abierto a escucharlos, sin desmeritar a nadie.

Es esa sinergia activa entre todos lo que hace que un equipo participativo se enriquezca y nos llevan muchas veces a decir sí a muchas cosas, pues haciendo la relación costo-beneficio, llegamos a la conclusión de que esta última podría ser la prevaleciente si es que manejamos las situaciones “con filosofía”, inteligencia asertiva y empatía.

A pesar de que la mentalidad de mucha gente, dentro de nuestras organizaciones están cambiando para bien, todavía quedan algunos resabios de los que son temerosos al cambio y que prefieren seguir manteniéndose en el statu quo por temor a que no se sientan capaces de enfrentar una nueva forma de poder hacer las cosas.

Siempre es bueno como jefes poder intentar ir realizando cambios graduales dentro de la metodología de trabajo de los integrantes de nuestro equipo, a fin de asegurarnos de que aceptan de buena forma, y que nos permitan ir moviéndonos hacia objetivos más radicales. Si todo es planificado previamente y los cambios se van realizando en función a ello, las probabilidades de éxito serán mayores.

Aquí en nuestro país tenemos más de 300.000 funcionarios públicos y apenitas superamos los 7 millones de habitantes, y aunque parezca mentira seguimos viendo en muchos entes flujos de procesos viejos, desfasados y obsoletos, pues continúan en buen numero personas reacias al cambio o que también puedan ser atribuibles a una forma de seguir manteniendo esa superpoblación, pues con los soportes tecnológicos que los tenemos a mano, muy bien con gente idónea y capaz podrían manejarlo “de taquito” con no más del 60% de la plantilla global actual con lo cual las siderales erogaciones realizadas mes a mes en gastos corrientes, de hecho podrían reducirse substancialmente y destinarse a propósitos realmente necesarios como los son salud y educación.

En la medida en que vayamos incorporando nuevas ideas, tratemos de que nuestro equipo pueda ir haciendo lo mismo con sus propios trabajos individuales de forma a que tampoco se pueda visualizar un crecimiento lento o estancado en el peor de los casos.

De ese cúmulo de ideas que puedan ir aportando entre todos suelen nacer grandes cosas, y con más razón hoy día en que la capacidad innovativa y creativa de la gente, además de la permanente reinvención, se constituye en una de las cualidades más valoradas, dado que los gustos y tendencias de nuestros clientes son muy dinámicos y si no marchamos a la par de nuestros competidores y dejamos de escuchar a aquellos, la “esperanza de vida” de nuestra empresa en el mercado podría estar en duda, pues el focus primario ya no es como antes en la calidad de nuestros productos, sino en los clientes en un 100 por ciento.

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