Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
MBA
La capacidad que tenemos los seres humanos para comunicarnos, expresar nuestras ideas, opiniones, puntos de vista y sentimientos de una manera clara y precisa, respetando a los demás, conforma en su conjunto lo que se denomina “inteligencia asertiva”.
El efecto positivo que nos motiva de vivir en armonía con los demás nos involucra a todos de manera directa y/o indirecta, tanto dentro de las organizaciones en las que trabajamos como en nuestra interacción diaria dentro de la sociedad en que nos toca vivir.
Como seres humanos racionales e inteligentes, es bueno poder acostumbrarnos a decir lo que sentimos y pensamos en el momento indicado, pero sin herir susceptibilidades de otras personas.
La asertividad es un estilo de comunicación que permite expresar pensamientos, sentimientos y opiniones en el momento oportuno, de manera desenvuelta, sin expresar nerviosismo, considerando los derechos de uno y de los demás.
Muchas veces el abstenernos a emitir opiniones constituye la conducta más adecuada en un determinado sitio y momento, pues muy bien podría ser que los ánimos “estén caldeados” y sería muy probable que nuestro mensaje pueda ser recibido de manera incorrecta.
En muchas ocasiones los seres humanos partimos predispuestos al fracaso, cuando que lo bueno es que también pueda darse lo contrario; es decir, predispuesto al éxito.
No necesitamos tener un coeficiente intelectual elevado para poder darnos cuenta de que estamos viviendo en una época altamente competitiva y con elevado grado de estrés. Es allí donde el aplicar la inteligencia asertiva juega un rol importante para el buen manejo de diversas situaciones que se nos puedan presentar en nuestro día a día.
Debemos darnos cuenta de que todos somos valiosos, independientemente de la formación académica que lo podamos tener. Todos tenemos el mismo derecho a expresar nuestros puntos de vista y opiniones, como también el aceptarnos y querernos como somos en la vida real.
Vivimos en la absoluta diversidad de los seres humanos y nadie es perfecto sobre la faz de la tierra, pero es bueno que hagamos el esfuerzo por apuntar a la excelencia.
Una persona que posea capacidad asertiva, sabe pedir y aprovechar las oportunidades que se les presenta, pero debería hacerlo adoptando una actitud decidida, que le permita abrirse camino sin miedo, ni vergüenza, y que como individuo más allá del medio en el que le ha tocado vivir, tiene derecho de trabajar dignamente.
“Si consideramos que el bienestar personal pasa primordialmente por la relación respetuosa que tenemos hacia nuestra persona y hacia los demás, estaremos atentos a no dar tanto valor a la adquisición de bienes materiales, ascensos laborales o a la opinión que otros tengan de nosotros como seres exitosos, a costa de no tener tiempo para disfrutar de nuestra casa, familia, pareja, nuestros hijos y amigos”, Javiera de la Plaza.
Es importante que tengamos claro lo siguiente: Seamos el propio juez de nuestro comportamiento. Sepamos cuándo debemos cambiar de parecer. Decir “no lo entiendo” cuando corresponda. Expresemos nuestras opiniones en forma respetuosa.