POR MARCELO PEDROZA

COACH

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Las hojas se mueven al compás de la brisa que genera una atmósfera agradable, unas se animan a desplazarse y vuelan lentamente hacia el generoso verde césped que las recibe, su disposición para contenerlas se traduce en una presencia cobijante. Es el espacio de las caricias que fluyen en el jardín que les da vida. Una hoja se viste de rojo, otra deslumbra con su cálido terracota. Son ellas una muestra del ingenio natural.

Habitan el mundo, están ahí, donde se las reconoce. Le dan paz a las miradas que las admiran, le dan brillo a las mentes que focalizan el horizonte vestido por la fascinante gama de colores que representan. Las hojas motivan, son esenciales en el hábitat que integran. Es que una hoja es el órgano mediante el cual la planta realiza las funciones de elaboración de sus alimentos, respiración y transpiración.

Las hojas nacen en los nudos del tallo principal y de sus ramificaciones. Tienen sus tiempos, viven sus momentos, lo hacen con el semblante puro, auténtico y particular, cada cual con su esencia intacta. Una hoja está al lado de otra, y esta de aquella, y hay más… una, dos, tres, muchas. Aéreas, planas, diversas por doquier.

En el instante que la vista se apodera de las hojas compañeras se produce una conexión, es la que refleja la capacidad de visualizar lo pequeño, eso que se transforma en una emoción, que ayuda a elevar la mirada y entender que el sentido de su compañía reside en el interior de quien lo siente, es así como lo significativo tiene la sutileza de sorprender a través de lo sencillo.

Entre las hojas que están en la cumbre y las que están al alcance de las manos que quieran tocarlas existe un deslumbrante follaje. Es una imagen que aglutina las sensaciones y conecta con el universo, que se deleita al contemplar los encuentros que suceden. Donde hay hojas siempre habrá esperanzas, así lo testimonian unas niñas que juegan a ser maestras; son las hojas que cuentan las que les enseñan a sumar.

La ventolina se encarga de impulsar un movimiento y al hacerlo, las hojas entonan su música… Y si las hojas hablaran…

Allá a lo lejos, a miles de metros, también se las divisa. Parecen formar parte de un cuadro artístico que estimula la capacidad de asombrarse. ¡Cuántas lecciones pueden transmitir las hojas!

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