Mi abuelo, el gran Kostia, siempre imitado, jamás igualado, siempre decía que, en su juventud, allá entre 1920 y 1930, fue anarquista.

El anarquismo es una doctrina política que pretende la desaparición del Estado y de sus organismos e instituciones representativas y defiende la libertad del individuo por encima de cualquier autoridad.

Suena superlindo, sobre todo cuando tenés 18 años y creés en utopías y cosas como esas… No en balde se dice eso de que “se nace incendiario, pero se muere bombero”.

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La anarquía en nuestro país viene por otro lado. No es que estemos en un país donde no existe el Estado, pero sí los organismos e instituciones representativas son corruptos o inoperantes o ineficientes o inexistentes o todo junto. Eso hace que la libertad individual esté, contrariamente a lo que creían los muchachos a principios del siglo pasado, más que amenazada.

La Justicia, dominada y sometida al poder político y económico, donde algunos se someten por gusto y otros por miedo, es un laberinto, donde como decía la semana pasada y sostengo, sabés cuándoentrás, pero no cuándo ni cómo salís. Donde si robaste una gallina, podés terminar libre vos, presa la gallina y el dueño cocinado en el vori. Los ministros de la Corte están a merced de delincuentes con fueros, sentados en sus curules del Congreso, comprados ya sea mediante votos obtenidos por prebendas o galleta con vaca’i o por dinero contante y sonante, puesto para colarse en la lista debajo de algún famoso o político importante.

Estos son los que pueden ponerlos a dedo y sacarlos a patadas. Entonces deben someterse tarde o temprano a lo que le dicten desde el platillo volador con vista a la bahía.

El propio Poder Ejecutivo, si bien hoy tiene suficientes méritos para una docena de juicios políticos, está sometido al Parlamento. La torpeza política del Presidente, mal asesorado por un entorno de adictos a embolsar dinero público, le ha llevado a armar la peor de las alianzas con el fin de tratar de sostenerse, una amalgama de intereses dispares, mezquinos, de oscuros grupos que exigen todo a cambio de mantenerlo en el poder, para poder luego en el 2023 hacerse un festín con el Partido Colorado destrozado y tomar el gobierno para someternos a alguna dictadura populista de esas que van y vienen por todo el mundo.

La reforma constitucional se impone, se debe limitar el poder del Parlamento, se debe lograr el real equilibrio de poderes consagrado en la Constitución y eliminar las barbaridades que se metieron en este mamotreto de 1992, redactado más mirando hacia atrás que pensando en un país moderno y una democracia real.

Está en manos de algunos políticos con dos dedos de frente, no son muchos, y de algunos otros actores de la sociedad civil impulsar esta reforma antes de las próximas elecciones porque si no la República estará perdida.

Etiquetas: #La anarquía

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