La mayoría nos pasamos hablando del desgobierno al que nos somete el Ejecutivo hace dos años y piquito ya, culpamos a Marito y su penoso gabinete de todos los males. No estamos lejos de tener razón, pero deberíamos ver quiénes más son culpables de la situación en la que nos encontramos.
Los otros dos poderes del Estado no están exentos de ser grandes responsables de la situación, el judicial, por ejemplo, de que la Justicia se maneje arbitrariamente, según la cara del cliente, se dice que cuando entrás a un juicio, no sabés cuándo ni cómo salís, no hay garantías para nadie, ni siquiera solamente son cuestiones económicas, o sea la coima es la que vuelca el veredicto judicial, sino las presiones políticas y las mediáticas. No pocos jueces y fiscales adoran el show, o de repente quieren quedar bien con algún sector. Entonces, te podés comer una preventiva de años, al pedo, o ir a tu casa a esperar por años una sentencia que jamás llega. ¿Quién te garantiza tu destino? Nadie, antes un buen abogado pasillero o un buen padrino político era una garantía, hoy nada ni nadie, seas culpable o inocente.
El Legislativo merece un capítulo aparte, es la anarquía absoluta, mayorías de 12 senadores haciendo y deshaciendo, expulsando, protegiendo, legislando, el famoso “artículo 23” o sea, tenés 23 votos y podés confiscar la Luna para tu familia, nombrarte emperador de Luque o poner de senador a cualquiera que pase, aunque no haya sido electo. Lo peor de todo es que es el único poder autónomo, nadie más que ellos se pueden sacar la investidura, sin embargo, ellos pueden sacar presidente, vicepresidente, ministros de la Corte, etcétera. Están metidos en la elección y juzgamiento de jueces y fiscales. O sea estos 45 zares tienen poderes absolutos.
Es momento de que alguien les pare el carro, la única, es una presión popular que les genere el suficiente cagazo para que se dejen de joder, o bien esperar las próximas elecciones y elegir un proyecto que prometa y cumpla, una reforma total de la Constitución del 92. Revocatoria de mandato, disolución del Congreso y cambio total del sistema de elección y juzgamiento de jueces y fiscales, sin injerencia del poder político.
La reforma se impone, tenemos que terminar con este superpoder funcional a las mafias y a los caprichos políticos de golpistas y bandidos disfrazados de legisladores, que se protegen entre ellos, con fueros que deberían desaparecer, y reelecciones interminables. Los verdaderos antidemocráticos están ahí, es la dura realidad.