Por el Hno. Mariosvaldo Florentino
capuchino.
En los evangelios encontramos una parábola muy bella para entender el reino de Dios, para interpretar lo que Jesús dice cuando afirma: “los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”.
El reino de Dios tiene otra lógica, es la lógica del amor y la misericordia. Es por eso que Jesús cuenta esta parábola de un patrón que tiene una viña y que no se cansa de buscar obreros para trabajar en ella. Sale por la mañanita y contrata a los que encuentra, va a la plaza a las nueve de la mañana y contrata a los que encuentra, va al medio día y también contrata a aquellos que están disponibles, va a las tres de la tarde y contrata de nuevo, y por fin va a las cinco y también los contrata a los que aún no fueron a trabajar. Y para sorpresa de todos al final les da el mismo pago a toditos.
En primer lugar, nos llama la atención la bondad y el interés del dueño de la viña. Él quiere trabajadores y no está jamás satisfecho con los que ya tiene. El sale a buscar en todos los otros horarios, desde la mañana hasta el final de la tarde, no importa que trabaje solo un poco, él quiere que todos vengan a trabajar en su viña.
Los trabajos son interminables en la viña de este dueño. Todos pueden encontrar en ella un lugar y algo para hacer y no importa a qué hora del día. Lo que nos llama la atención es el hecho de que él haya decidido pagar lo mismo para todos.
Algunos trabajaron 10 horas, esto es todo el día, y el cómo había combinado, les pagó un denario, pero a los que vinieron en otros horarios, hasta mismo el de las 5:00 y que ha trabajado solo una hora, igual recibieron también un denario, esto es el mismo valor. Fue así que, los que han trabajaron todo el día, se enojaron y decían que esto era injusto.
El Señor les propone entender lo que es la justicia: él había acordado de pagar un denario por el día de trabajo. Por lo tanto, pudo decir a los trabajadores de la primera hora: “te estoy pagando lo que te dije, así que contigo yo no soy injusto, sino justo, te estoy dando lo que combinamos, lo que nos pusimos de acuerdo. Sin embargo, a los demás yo estoy siendo misericordioso, estoy dando más de lo que ellos merecen. Estoy siendo generoso con ellos, ¿es que no puedo ser generoso con lo que tengo? Claro que puedo, lo importante es no ser injusto contigo”.
¡Difícil de entender! Cuando yo era pequeñito me parecía también una gran injusticia… ¿Cómo es posible, si trabajaron tanto, si pusieron todo su esfuerzo, sus ganas y estuvieron todo el día y ahora ganan lo mismo que éstos que trabajaron solo un chiquitito? ¡No puede ser! Sin embargo, más tarde, creciendo en la fe, fui entendiendo mejor cual es la propuesta de Dios. Me di cuenta que es así mismo el reino de Dios. Existen personas que trabajan en la viña del Señor, en la Iglesia, en el reino desde chiquitos. Existen otros que el Señor les llamó cuando ya tenían 20 años, otros el Señor pasó por su vida, en algún conflicto, en algún desastre, en alguna enfermedad… y le llamó a los 40 años. Otros, quizás, escucharon la voz de Dios recién cuando ya tenían 60 años, otros 70, o hasta ya al final de la vida. ¿Es que Dios no va a dar el cielo a este último? ¿Es que Dios tendrá un cielo mejor para aquel que trabajó un poco más? El premio, la vida eterna es para todos, para quien ya empezó hace mucho, o para quien empezó hace un poquitito.
El buen ladrón es un buen ejemplo de esto. Él se convirtió en el último momento de su vida y, sin embargo, es el primer santo de la iglesia, es el primero que volvió al paraíso. Cuando uno quiere participar en el Reino de Dios debe entrar en la misericordia del Señor, no debe estar preocupado solo con cuestiones de justicia o injusticia, porque no es así.
El hecho es que el Reino de Dios sorprende a todos. Alguien podría pensar que es mejor que espere cuando sea viejo, cuando ya esté en el último horario para empezar en la viña, pues igual va al cielo, igual puede ser santo. El problema es que ni yo, ni tú sabemos cuándo es la última hora. No sé cuándo terminará su día y uno tiene que cuidar para que no sea demasiado tarde.
Por otro lado, los que están trabajando en la viña del Señor desde muy chico, que fueron llamados a primera hora y no deben disgustarse por eso, al contrario, deben agradecer porque empezaron antes a ser felices… Así es que, por contratarme a primera hora, le agradezco mucho a Dios. Agradezco porque no estuve distraído cuando el pasó llamándome y me enchufé ya tempranito. Estoy feliz y quiero con mi vida ayudar a que muchos más vengan a trabajar en esta viña, no importa en qué horario esté. No me da envidia, no me hace sentir mal que alguien que empezó a trabajar cuando ya era muy anciano vaya al cielo y tengamos todos la misma gloria. Al contrario, pido a Dios que me mantenga fiel en el trabajo de su viña, para un día pueda estar en su Gloria. Ojalá no deje nunca de trabajar en la viña del Señor para poder participar trabajar en la fiesta del cielo. Y qué lindo estar allí con este Dios que nunca se cansa de llamar…
Él te está llamando… ven es tiempo de trabajar en la viña de Dios.
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.