En su desesperación por encontrar una salida de escape o un balón de oxígeno ante la asfixia del Gobierno, acorralado por las denuncias de corrupción e ineptitud, intentaron aprovechar apresuradamente la incursión de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en un campamento del EPP, donde se encontraba el primer anillo de la banda criminal, para presentar el operativo como “exitoso”.

¿Dónde está el éxito? Nuevamente, el problema y la bola de nieve que se está armando en torno a lo ocurrido –y con justa razón– se debieron a las torpezas comunicacionales del Gobierno. Nunca se tuvo que haber hablado de éxito cuando ya se tenía la información de que las bajas eran dos niñas (11 y 12 años). Aunque hayan encontrado la matriz documental de los planes de esta banda de asesinos y secuestradores, no debieron hablar de éxito, sin siquiera capturar o abatir en combate a uno de estos delincuentes.

Este error del gobierno de Mario Abdo sirvió en bandeja para que el EPP logre generar lo que nunca pudieron hacerlo con sus supuestas luchas sociales reivindicatorias: la empatía con la sociedad. La muerte de estas niñas indignó a todos, sin importar las ideologías o posiciones políticas, esas muertes causan indignación: eran niñas.

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La carga de la culpa por lo ocurrido la tienen sus padres, la tiene el EPP. Las niñas fueron las víctimas de sus propios padres, víctimas de la “lucha” que sus padres están abrazando, porque son conscientes de que son perseguidos y buscados por los crímenes que han cometido y que un enfrentamiento armado podría darse en cualquier momento y circunstancia.

Pero, el Gobierno también debe asumir el error de haber hablado de un operativo exitoso, creando así las condiciones propicias para quienes, razonablemente, pretendan desvirtuar el trabajo de la FTC. El dato real es que los militares y policías llegaron al campamento principal de estos delincuentes. Algo que nunca había ocurrido, siempre llegaron a campamentos secundarios y, tal vez, generaron un golpe a la banda, pero el impacto con la muerte de las niñas y el mal manejo de la situación sepulta cualquier pretensión en presentar esto como un logro.

El impacto que esta situación genera, como si ya no tuviésemos problemas en nuestro país, puede ir en aumento. Los reivindicadores y afines al grupo criminal tienen todo a su favor y nuevamente el Paraguay es el perjudicado, incluso por las repercusiones internacionales y la oportunista posición del país vecino, Argentina.

Ninguna muerte puede celebrarse, sí condenar a los responsables y en este caso, la condena debe ir sobre quienes llevaron a esas niñas hasta ese lugar a sabiendas del riesgo y el peligro. Los niños deben estar al margen de los conflictos en todas sus dimensiones. Estas niñas nunca debieron estar allí y el Gobierno nunca debió celebrar la operación teniendo como resultado estas muertes. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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