Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
Dr. Mime
La respuesta es SÍ. Y eso se llama “Efecto Flynn”, que no es otra cosa que el incremento del coeficiente intelectual de una generación a la siguiente. Como ejemplo tomemos lo que siempre en mis clases de Neurodidáctica pongo como referencia: ¿Cuánto le tomó a usted entender que debía hacer un deslizamiento de sus dedos sobre la pantalla para pasar de una fotografía a otra en su celular, o que debía hacer un movimiento de acercamiento o alejamiento de sus dedos índice y pulgar entre sí para achicar o agrandar una imagen? A mí me tomo bastante tiempo, y eso que me considero siempre apegado al mundo de la tecnología, pero a mis mellizos de 5 años les tomó en su momento (alrededor de los 2 años) un suspiro. Como si “vinieran con el chip incorporado” para esos movimientos. Entonces, ¿qué sucede?
Si vemos que esto aparece tal y como les digo, entonces tendríamos que esperar que los llamados “tests de inteligencia” tomados a los niños y jóvenes de hoy en día “estallen” de genialidad... y esto se produce a razón de 5% de incremento promedio en cada generación. ¿Por qué sucede esto? Podría ser realmente que los niños de ahora son más inteligentes que lo que lo fueron sus padres a su edad, o realmente que los tests de coeficiente intelectual no constituyen en realidad una buena manera de medir la inteligencia. Esto realmente ha arrojado una verdadera crisis en la ciencia y sobre todo en la educación. ¿Seguimos con los mismos paradigmas educativos y, sobre todo, evaluativos? O ¿qué hacemos?
Los tests que encontraron grandes variables de generación en generación son los que miden la inteligencia lógica, mientras que los que evalúan la calidad del vocabulario y la aritmética básica han permanecido casi iguales. Y eso sucede porque las nuevas generaciones ya piensan sobre lo abstracto de manera automática, mientras que las leyes numéricas básicas siguen siendo constantes y la comunicación sigue siendo verbal desde siempre, aunque probablemente veamos “el salto” en la siguiente generación, que heredará a los adultos de dentro de 30 años que hoy se comunican por Whatsapp, videos o audios. La razón del aumento del coeficiente en cuanto a la medida del pensamiento abstracto es que los hijos de nuestra generación ya vieron sus dudas reflejadas por los ojos de la ciencia, a la cual tienen acceso (mal o bien) a través de sus celulares (Google, Youtube, Wikipedia) o de la televisión (documentales, canales específicos), lo cual libera por completo a la lógica de lo concreto para, de esta manera, analizar lo abstracto, así como que les ayuda a ver el mundo como algo que clasificar y no necesariamente que utilizar.
Ahora, si los valores de los coeficientes intelectuales de nuestros padres son entre 9% y 15% más “lerdos” que nosotros, y que los de nuestros hijos son entre 9% y 15% mayores a los nuestros... ¿son nuestros padres “más burritos” y nuestros hijos “más nerds”? La respuesta no puede ser exacta porque la pregunta es incorrecta, ya que juzgamos la inteligencia a “todo o nada”, sin considerar, por ejemplo, que los últimos 30 años han sido de un progreso comunicacional y tecnológico nunca antes visto, y eso decididamente influye mucho en la “inteligencia” como la conocemos. Y eso lo podemos notar con este ejemplo: Si bien los niños de hoy pueden leer literatura más compleja a edad más temprana, no significa que la puedan aprovechar o incluso disfrutar como lo hace un adulto. Entonces, no medimos solo la lectura temprana sino la capacidad de análisis y aprovechamiento del conocimiento adquirido. Esa sí es la real inteligencia.
Por último, es de notar que los aumentos del coeficiente intelectual en el marco del Efecto Flynn no han vacunado a la gente contra la charlatanería, como la hoja de mamón contra el dengue o la creolina contra el covid. Por eso, el aumento de la inteligencia no se mide realmente con coeficientes por test, sino en la aplicabilidad que se pueda dar a esa inteligencia en la vida diaria. O sea, su “usabilidad”. Pero eso es motivo de otra columna semanal. Nos leemos la semana que viene para seguir ¿DE LA CABEZA?