Por Felipe Goroso S.

Columnista.

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La semana pasada se dio un paso más en el marco de la consolidación de la llamada Operación Cicatriz: la inclusión de referentes del movimiento Colorado Añetete a la Comisión Ejecutiva de la Asociación Nacional Republicana.

La Operación Cicatriz, recibe su nombre ligado a uno de sus objetivos principales, cicatrizar heridas que se fueron dando en el interior del Partido Colorado entre los dos principales movimientos, Honor Colorado y Colorado Añetete. Las heridas están abiertas desde mediados del anterior período gubernamental y siguen hasta hoy. Así y todo, con profundas heridas y podría decirse, apenas parchadas con una curita, el partido de Bernardino Caballero logró ganar las elecciones generales y llevó a Mario Abdo Benítez a la presidencia de la República, conquistó una amplia mayoría de las gobernaciones departamentales y obtuvo aplastantes cifras en ambas cámaras del Congreso Nacional. Había que retener el poder y así se hizo.

La Operación Cicatriz; capitaneada por José Alberto Alderete, hombre que ha sabido trabajar en silencio, con prudencia y, sobre todo, principalmente: generando resultados, es la apuesta que se hace para intentar generar cierta estabilidad a la actual administración (caracterizada más por las tormentas que por la calma), al integrar a referentes de Colorado Añetete a las instancias superiores también se busca un elemento del que se habla muy poco, trasladar el debate al respecto de la gestión del Presidente y sus ministros al seno del partido que los llevó al poder. Un hecho que en todo el mundo es absolutamente natural, excepto en Paraguay, donde autodenominados iluminados le agregan una cantidad de elementos fantasiosos que justifiquen la crítica por la crítica. Después de todo, es positivo comprobar que no eran víctimas de amnesia colectiva y selectiva.

Cicatriz es un compromiso de la dirigencia de la ANR con su propio partido, no hay que confundirse ni intentar hacerlo. ¿Podría ser otra experiencia -una más- donde solo una de las partes cumple su palabra? Por supuesto que sí, el tiempo nos lo mostrará. Eso sí; en política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, no hay que abusar de la suerte y mucho menos de las buenas intenciones.

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