Por Óscar Germán Latorre.

Abogado.

Las últimas evidencias conocidas del caso Rodrigo Quintana parecen salidas de la caja de pandora. Manipularon las evidencias en la escena del crimen y ahora se constata que uno de los policías que ingresaron disparando entregó su arma a un supuesto miembro de seguridad que se encontraba en el interior del local y, lejos de ser agredido y retenido por las personas presentes como afirmó, se paseó como dueño y señor del lugar, incluyendo la oficina del presidente del Directorio.

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Las mentiras están cayendo una tras otra y, peor aún, es que no fueron los policías ni personas vinculadas al Gobierno quienes alteraron la escena del crimen ni recibieron esa escopeta que si bien jamás fue peritada, muy posiblemente fue el arma asesina. No existe la menor duda de que los que quemaron el Congreso salieron de ese lugar y luego de destruir todo a su paso y atacar el local del diario Abc Color solo regresaron a su punto de partida.

Tal vez lo que está ocurriendo sea una brillante oportunidad para que comencemos a reflexionar sobre todos los eventos ocurridos en esas tristes jornadas del 31 de marzo y 1 de abril del 2017. Ojalá nos demos cuenta de quiénes fueron los apátridas que se presentaron como intérpretes y defensores de la Constitución que instigaron y justificaron el atraco, el saqueo y el incendio de la sede del Congreso Nacional y convencieron a muchos que era contrario a la Constitución y a la democracia permitir que el pueblo decida sobre la necesidad o la conveniencia de una enmienda constitucional.

Sin la muerte de Rodrigo Quintana, la derrota política sería catastrófica, pero su sangre dio aliento a los terroristas que engañaron y se burlaron de todo un país. Luego, el trabajo fue instalar la mentira de la supuesta orden superior para atacar el local partidario con supuesta violencia asesina y sin mediar orden judicial, y para ello recurrieron a producir documentos no auténticos, a manipular registros de llamadas y a una descomunal campaña de desinformación a través de algunos medios de prensa. Lo lamentable es que muchos cayeron engañados.

Con absoluta seguridad, las fechorías de estos sujetos seguirán saliendo a la luz y la verdad se está convirtiendo para ellos en peor amenaza que la pandemia del coronavirus.

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