Comienza otra semana tensa para el presidente Alberto Fernández. Tampoco lo será menos para la vicepresidenta Cristina Fernández. Aunque al mandatario lo instaló en esa posición la vicemandataria, en el plano de lo formal –cuando se leen las encuestas y aún con el jefe de Estado en caída– el poder en el uso de la lapicera para la gestión política y administrativa del Estado, lo tiene Alberto. Según un trabajo de Giacobbe & Asociados, importante consultora en este país, Alberto F. acumula 42,8% de “valoración positiva”, mientras que Cristina F. cuenta con 30,2% en el mismo indicador. En “valoración negativa”, la segunda al mando acumula 56,8%. Alberto: 39,3%.
La lapicera del primer magistrado, junto con el “mucho temor” (49,5%) y “algo de temor” (25,5%) sociales al covid-19, son dos activos relevantes de los que su compañera de ruta no dispone ya que su rol institucional es el de moderar las poco visibles sesiones en el Senado de la Nación que, con el Parlamento en cuarentena, para la percepción social, bordea la inexistencia. Los Fernández saben que muchos saben que –como lo señaló a este corresponsal el 22 de junio último el embajador Juan Pablo Lohlé, peronista desde hace ya medio siglo– “uno en burro, otro a caballo, pero atados. Alberto y Cristina pueden desbarrancarse”.
Las tensiones entre Alberto y Cristina crecen y ganan la percepción pública. Conscientes de ello, un grupo de dirigentes multipartidarios y de organizaciones de la sociedad civil, el martes pasado, bajo el título “Unidos en la diversidad”, proponen al presidente Fernández para que “con apoyo del Congreso, a través de las autoridades de los bloques legislativos, convoque con carácter urgente a una mesa de diálogo nacional” porque “hoy más que nunca necesitamos estar unidos, deponiendo mezquindades y haciendo realidad el sueño muchas veces postergado de actuar como Nación”.
Cerca de medio centenar de peronistas firmantes aseguran que “es tiempo de implementar un plan de coincidencias mínimas que integre a los partidos políticos, los sectores de la producción y del trabajo, los representantes de la economía informal, las organizaciones sociales, la comunidad educativa, las entidades profesionales, las congregaciones religiosas y demás entidades representativas de la sociedad civil”. Las consultas realizadas los gestores de la petición no fueron exitosas.
Solo cuatro peronistas preservantes de sus identidades, aseguraron querer “que Alberto sepa que no está solo. Que sepa que, aún con pensamientos políticos diversos, somos muchos los que estaremos a su lado en el caso de que las tensiones de la coalición de gobierno sean insostenibles”. La percepción social de crisis gana terreno a la luz del “fuego amigo” al que relevantes dirigentes cercanos a Cristina F. someten públicamente a Alberto F. “Por eso el documento”, enfatizan dos peronistas firmantes. Otro, con ironía –como esta columna lo consignara el 17 de febrero pasado– y parafraseando a Sabina sostiene que, entre los Fernández, “lo nuestro duró, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”, aunque haya quienes no lo vean. Tiempos de tensión y de riesgos, para todos y todas.
Carlos Jesús Delgado, profesor de la Universidad de La Habana, Cuba, afirma que “los humanos menospreciamos el riesgo permanente que el error y la ilusión representan” y, para evitarlo, propone que “siempre debemos estar alertas”. Desde esa perspectiva, apunta que ese es el camino para evitar “la ceguera cognitiva” y sentencia: “Es necesario aprender a cómo corregir los errores” porque “a veces, construimos la meta exitosa para librarnos de ellos” y, “en eso consiste el error de no comprender el error”.