Por Juan Carlos Zárate Lázaro
¿Qué es lo que hace que una persona pueda constituirse en un líder que lo diferencie de los demás?
Reúne las características primarias que nuestras empresas de este siglo precisan, a través de una visible ductilidad ante diversas situaciones/escenarios que se van presentando en el día a día.
Aporta un valor agregado tangible a sus organizaciones, influyendo positivamente en la gente que lo rodea, pues posee las cualidades esperadas que adornan las características de un buen líder.
No vive dentro de un termo, sino todo lo contrario, irradiando dentro del contexto global en que se desenvuelven capacidad de discernimiento, perspectiva, flexibilidad, innovación y creatividad, visión y saber comunicarse con los miembros de su equipo generando la confiabilidad que precisan las empresas de hoy día dentro de un mercado si bien globalizado a nivel mundial, cada vez más competitivo y con mayores niveles de complejidad, a pesar de que el nuestro es estrecho, pero en donde la cantidad de “comensales” cada vez dista más del tamaño de la torta.
En cualquier tipo de organización, es natural convivir con personas que tengan una capacidad innata de adaptación vs. otras que requieren de un mayor tiempo, y a quienes también a menudo les resulta más fácil decir no cuando pueden.
El buen líder tiene la suficiente capacidad de acompañar a aquellas personas que observen una mayor lentitud de adaptación, y cambiar de rumbo rápidamente cuando las circunstancias así lo exijan.
Con esta pandemia sanitaria que se nos ha presentado y que venimos sobrellevando casi 4 meses, hemos podido observar en muchas empresas capacidad de adaptación, innovación y creatividad de los buenos líderes, pues de un mercado con un ambiente relativamente sin sobresaltos, pasamos súbitamente a uno en donde si pretendíamos seguir en carrera no quedaba otra más que reaccionar a tiempo y hacer un rápido cambio en nuestra forma de pensar y de actuar.
Así como nunca, el marketing digital a través de las diversas plataformas tecnológicas a nuestro alcance distante de las empresas conservadoras se han puesto de moda y han “salvado la plata” de las que han confiado en ellas.
¿Cuántas teníamos que antes de esta pandemia no les daban a los servicios de delivery la importancia necesaria para coadyuvar sus niveles de facturaciones y ahora con el covid-19 han pasado a convertirse en “la niña bonita”?
Cuántas decían: Yo jamás haría un pedido a través de internet, en donde tenga que incorporar mi clave por temor a que lo puedan clonar o ser objeto de estafa, y bien que ahora cambiaron de parecer y de ser férreos opositores se convirtieron “de la noche a la mañana” en grandes consumidores virtuales y “expertos en tecnología”.
Los buenos líderes son aquellos que saben distinguir lo importante de lo superfluo en medio de una crisis y actuar en forma proactiva y no reactiva, cuando ya otros pudieron haber sido más avispados y dinámicos.
A menudo escuchamos que una persona inteligente solo cree la mitad de lo que escucha, mientras que una que verdaderamente lo es, sabe cuál es la mitad correcta.
Es común en nuestra sociedad que nos sigan preguntando a qué nos dedicamos o dónde trabajamos o qué posición ocupamos dentro de tal o cual empresa en lugar de darle una mayor relevancia a saber quiénes somos como personas y profesionales.
Para muchos siguen siendo más importantes los títulos académicos que una pueda poseer antes que la manera en que nos conducimos y marcamos la diferencia a través de un buen manejo de nuestra inteligencia emocional, asertiva y haciendo uso de la empatía.
La dirección eficaz debe estar enfocada en la previsión y en la capacidad de poder posicionarse un paso delante de los demás y anticiparse a las cosas, constituyéndose en uno de nuestros mejores activos.
¿Cuántas conocen el significado de la palabra visión, pero son incapaces de seguirla por sí mismos, constituyéndose en simples seguidores y casi intrascendentes?
Aquellos que la tienen, la siguen y ayudan a otros a tenerla, son los verdaderos líderes.