Por Eduardo Pipo Dios

Entramos hace una semana en fase 3, o sea se reabrieron muchos de los locales que estaban cerrados, ya veníamos con los shopping abiertos, y los comercios de venta al detalle, por ejemplo, boutiques, electrónica, etc. Volvieron los gastronómicos, entre ellos, los bares, devenidos en semirestaurantes, con separación y sin tumulto, es lógico, era muy injusto que haciendo esos ajustes no pudieran volver también.

El principio por el cual no les permitían abrir, era que no eran de primera necesidad, cosa que caracterizó a la fase 1, y a la anterior cuarentena total. Es decir, sí, los súper, colectivos y eventualmente farmacias aglomeran gente, pero son una necesidad básica, los súper para proveernos de insumos básicos para sobrevivir, las farmacias medicamentos, y los colectivos para que el personal esencial para el funcionamiento mínimo de servicios básicos, seguridad, salud y los privados que formaran parte de dicho grupo se trasladara de su casa al lugar de trabajo y viceversa. O sea, por enésima vez aclaremos que no era limitar porque había más riesgo de aglomeración en Mercería Los Nietitos de Guarambaré que en el súper Pueblo de Luque, sino que el primero no era esencial y el segundo sí.

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Una vez entendido esto, cosa que les costaba, parece, a algunos líderes de ciertos grupos gremiales y con todas las garantías volvieron los gastronómicos. Antes volvieron los shopping… el ¿por qué o qué? No sé, más bien parecería que el lobby de los dueños, oh casualidad, dueños de un multimedios poderoso de color amarillo, hizo que los pusieran como prioridad, cosas del gobierno de la gente y sus facturitas pendientes. Pero bueno, hecho consumado.

Los gastronómicos, quizás los que más ruido, justificado por la situación caótica en que se encontraban y con un estado ausente en el 99% de los casos, aunque ese 1% no lo conocemos todavía, pero alguien habrá, pudieron aplicar su protocolo covid, y están de vuelta hace una semana, habría que hablar con ellos más en profundidad para ver qué tal les fue, pero no parece que haya habido un estallido de facturación, la gente sigue dudando y tiene miedo. Es razonable.

Ahora bien, nos queda un grupo, quizá no son mayoría, pero son muchos, los otros, los que no pueden volver a trabajar aún, por motivos bastante válidos en algunos casos y por motivos inexplicables, en otros, teniendo en cuenta que ya hay otros con los mismos peros que fueron autorizados a abrir.

Entre los válidos, podríamos hablar de los eventos masivos, discotecas, shows en vivo, en los que sería aún impracticable la realización, por más protocolo que se imponga, los mismos organizadores son conscientes de que es así. Pero por el otro, nos preguntamos, si ya habilitamos lugares de ocio y esparcimiento ¿cómo puede ser un restaurante o bar, o la gente puede ir a pasear a un shopping, por qué no pueden abrir los lugares de juegos de azar, sobre todo los electrónicos? La situación es la misma, es cierto, no son lugares que despierten simpatía en mucha gente, porque el juego de azar es mal visto social, cultural y religiosamente, pero ustedes saben ¿cuántos empleados, de clases vulnerables viven de esto? Miles y es injusto que reciban un trato diferente a los empleados gastronómicos o del comercio en general que ya están de vuelta, mal o bien, trabajando.

No me gusta la timba, no es mi palo, sé que mucha gente es adicta y tiene problemas con ella, pero son empresas legítimas, que pagan impuestos, cargas sociales y sobre todo, sueldos. O sea pensemos primero en el trabajador, que con suerte recibió uno o dos subsidios de 1 millón de guaraníes de IPS en los últimos 3 meses y medio, pónganse en sus lugares, y dejemos los pruritos sobre la actividad.

La cuarentena inteligente es un acierto, a mi criterio, del Gobierno, está bien pensada, pero debería ser ejecutada de manera más justa y razonable. Primero, los que no van a volver pronto, porque realmente no es posible, deben recibir sí o sí, apoyo económico del Gobierno, si son créditos, que sean rápidos y flexibles, si son subsidios directos a los trabajadores que sean universales y no discriminen en “cuánto ganabas antes de la pandemia” para darte o no pelota. Segundo, que no haya unos privilegiados, que son tenidos en cuenta para reabrir, y otros olvidados o relegados.

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