Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
Dr Mime
Cada sábado en esta columna les cuento acerca de cuán maravilloso e increíble puede llegar a ser nuestro cerebro. Desde hoy y por unas semanas, doy una vuelta de tuerca a la cuestión del funcionamiento normal del cerebro y me meto a contarles sobre algunas pocas enfermedades que afectan al órgano rey, y que pueden presentarse en cualquiera de nosotros. Es como si en estas semanas las columnas DE LA CABEZA fueran extraídas de algún episodio de la serie Doctor House. Pero en este caso, totalmente basadas en la realidad.
Les hablaré primero del rarísimo Síndrome de Capgras. Esta enfermedad es una de las más impresionantes entre las que puede padecer el cerebro humano. La persona que la padece tiene una “ilusión de sosías”, es decir, está absolutamente convencida de que una persona, generalmente conocida, desea asumir su identidad y se comporta como un completo impostor. Sostiene que la persona que desea hacerse pasar por él mismo asume un idéntico parecido físico, pero no psicológico. En esta enfermedad, el cerebro de la persona afectada pierde la capacidad del reconocimiento emocional de los rostros familiares, probablemente causado por una desconexión entre el sistema de reconocimiento visual y la memoria afectiva.
Para explicarlo mejor, debo contarles algo acerca del funcionamiento cerebral. La zona de reconocimiento visual se halla en la corteza occipital primaria, destinada a enfocar la vista en un objeto o en un rostro en este caso. Estas zonas transmiten información a la corteza temporal donde radica el reconocimiento facial, y desde allí, a una zona profunda del cerebro que ya citamos numerosas veces en este texto, llamada sistema límbico. Aquí se generan normalmente respuestas emocionales ante la identificación de rostros familiares.
Así, cuando miramos una cara, la corteza temporal se encarga de reconocer ese rostro, y transmite la información al sistema límbico para la generación de una respuesta emocional en consecuencia a dicho rostro familiar. Esta percepción alterada crea una concepción paranoide en la persona, ya que considera mediante dicha alteración que se lo está queriendo engañar. Esta enfermedad, lamentablemente, no tiene cura.
Otra patología igualmente llamativa y delirante es el llamado Síndrome de Frégoli. Aquí encontramos que la persona afectada cree fervientemente que personas distintas a conocidas a ella asumen la identidad de esa persona, manifestando que su forma de comportarse y actuar hacen que se parezca a dicha persona. En esta enfermedad ya se manifiesta un claro delirio de persecución: el afectado siente que es perseguido por un individuo a quien cree reconocer en todos lados. Esta persona tiene, según el enfermo, la capacidad de asumir identidades de personas conocidas como si fuesen actores. La afectación se halla en la misma zona que el síndrome descrito anteriormente y su evolución es irreversible.
¿Continuamos el sábado que viene DE LA CABEZA con más enfermedades “doctor housescas” del cerebro?