Este gobierno ya no está en condiciones de permitirse más escándalos de corrupción. Los números sanitarios positivos sobre el avance del covid-19 es lo que lo mantiene vivo a Mario Abdo Benítez. El resto está erosionado, tambaleante, incluso esa percepción positiva hacia el “capitán” Mazzoleni se fue desmoronando. Fue acertado su anuncio sobre la rescisión de contratos con el clan Ferreira, pero nunca debió permitir que los piratas invadan su barco.

Los niveles de decepción y desencanto van subiendo de tono. Hasta ahora las situaciones conflictivas no han pasado a mayores y todo queda aún en el terreno de las denuncias, destituciones, investigaciones, renuncias, etc. Ojalá que la sangre no llegue al río.

Es decir, que lo ocurrido sirva de ejemplo para que las acciones posteriores no alcancen, el grado, como ocurrían en las batallas históricas, a niveles de enfrentamientos, de luchas que se tornaban tan feroces que el derramamiento de sangre era tal que esta podía extenderse por todo el campo de batalla, incluso llegando hasta las aguas de un río cercano. Cuando esto ocurría, no quedaban dudas de que la contienda había sido despiadada. Si esto ocurre, el gobierno cae, el Paraguay pierde.

Todos los días nos pasan casos de funcionarios voraces que quieren llevarse todo. Desde millonarios contratos amañados en Salud, hasta manoteos miserables en detrimento de las arcas públicas. El martes pasado, relatamos un claro ejemplo de cómo se montan esquemas para hacer negocios a costa del Estado.

Contrataciones Públicas había anulado una adjudicación de un contrato de G. 2.800.000.000 para la reparación de helicópteros de las Fuerzas Armadas. El proceso fue denunciado por groseras irregularidades, hasta hubo falsificación de documentos.

Un grupo de militares montaron en los papeles una empresa, Aeropartes SA y le dieron el contrato en una dibujada licitación. Declararon que la firma está domiciliada sobre la ruta internacional camino al Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi, en la ciudad de Luque. En el lugar no aparece ninguna empresa con esa denominación, solo un descampado. Insertaron un número telefónico con terminación 598, que tampoco figura como activo ni a nombre de dicha empresa ante la Copaco.

El burdo esquema se evidenció más aún cuando uno de los requisitos de la licitación era la demostración de capacidad técnica y experiencia en el rubro. La empresa beneficiada presentó una supuesta autorización de una firma brasileña Compoende Aeronáutica Ltda Brasil. Corroboramos que los brasileños jamás autorizaron a ninguna empresa a presentar oferta alguna en esta licitación y que no mantiene contrato de localización de servicios con Aeropartes SA.

No contentos con esto, falsificaron la licencia que otorga la autoridad aeronáutica brasileña (ANAC) a todas las personas que están habilitadas por dicho ente a realizar trabajos mecánicos en aeronaves. Aeropartes SA presentó una supuesta habilitación de un mecánico de helicópteros, el documento presentado no coincide con el documento oficial expedido por la ANAC a través de su página web.

Aeropartes SA presentó la oferta más cara, no posee autorización de ningún fabricante, no posee contratos con el Estado, registra un solo empleado en IPS, no posee taller aeronáutico, posee un capital de apenas G. 100.000.000, y no acredita experiencia en contratos similares.

Sin hacer ninguna valoración, los hechos hablan por sí solos. Si el gobierno de Mario Abdo no frena el robo descarado, la cosa tiende a complicarse. La ciudadanía demostró en esta pandemia que hace su parte, el retorno de quienes tienen las riendas del poder debe ser recíproco. La paciencia de la gente tiene un límite. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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