El presidente apostó por el mejor hombre que tiene hoy dentro de su gabinete y que en varias ocasiones lavó la cara al Gobierno con resultados puntuales al frente de la Senad. En un momento candente donde afloran denuncias de corrupción en compras para salud, licitaciones amañadas y direccionadas, empresas de maletín, funcionarios renunciantes, aparece Arnaldo Giuzzio al frente de una Comisión Especial de Supervisión y Control de compras relacionadas con la pandemia del Covid-19.

La creación de esa comisión supone varias cuestiones. La primera, una reacción desesperada del Gobierno para bajar los decibeles ante el rechazo ciudadano por los escándalos en los procesos de adquisición de insumos. Se necesitaba tirarle un manto de piedad a esa avalancha de críticas. La segunda, un blanqueo para todo lo actuado, cosa que dudo, conociendo el perfil de Giuzzio, por eso sostengo que será otra prueba de fuego en su carrera como servidor público.

Mario Abdo ya entiende que juega el segundo tiempo del partido. Cada jugada podría determinar el triunfo o la derrota, con una hinchada impaciente e intolerante por la seguidilla de errores cometidos. Giuzzio es el número 10 del equipo, un jugador adquirido que no viene de las inferiores del equipo del Presidente, por eso genera resistencia interna, pero buena imagen afuera.

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A René Fernández, ministro de Anticorrupción, no le habrá caído nada bien la creación de esta comisión, porque es la confirmación de que su institución no sirve. Es este el ministerio que debió monitorear, denunciar, intervenir en la “cocinada” que hicieron con la compra directa en Salud por valor de G. 85 mil millones. Tampoco reaccionaron ante el caso Dinac y los tapabocas vencidos y sobrefacturados, ni por la compra del agua tónica, como medicina de inmunidad ante el coronavirus, en Petropar.

Ojalá el narcotráfico se tome su cuarentena mientras Giuzzio revisa los procesos licitatorios dirigidos, evita el tráfico de influencias y desmantela la red de empresas de portafolios que estaban listas para entrar en acción en esta pandemia con los millones previstos en adquisiciones de insumos.

El anuncio de “caiga quien caiga”, o el discurso de “tolerancia cero” a la corrupción que hace el Presidente cae en saco roto, cuando ante las evidencias no se actúa con firmeza y determinación. Esas renuncias por “cuestiones personales” que hacen los funcionarios salpicados no sirven como mensaje de que efectivamente se quiere combatir la corrupción. Suena más bien a encubrimiento para evitar que ese funcionario hable, entonces se le da una salida del cargo en forma decorosa.

Las pretensiones voraces en los negocios de algunos hombres cercanos al Presidente terminaron por erosionar la buena figura del ministro de Salud, Julio Mazzoleni, quien pese a eso la sigue remando como buen capitán para que el barco no se hunda. La decisión y el diseño de cómo hacer la compra directa de insumos médicos para combatir la pandemia ya se habría tomado en otro lugar, no precisamente en Salud, con empresas y hombres que están plenamente identificados y vinculados al poder. A Mazzoleni y su equipo ya le aterrizaron la propuesta “por orden de arriba” y allí se pudrió todo.

Giuzzio podría averiguar, con la misma gente de Salud, quién llevó esa propuesta por “orden superior” a esa institución y la cosa podrá aclararse o enturbiarse. Incluso, hay un documento clave, con membrete y todo de una empresa constructora que hizo la compra en China, pero el ministro y su entorno se opusieron, por eso buscaron a un proveedor “amigo” de la casa para hacer la operación. Yo todavía confió en la labor que pueda hacer Giuzzio. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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