Por Doctor Mime

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Una de las frases desgastadas en estos tiempos de pandemia es que debemos salir aprendiendo muchas cosas para poder hacer productivo todo este tiempo. Sin embargo, cerebralmente hablando no hay nada más inexacto que esto... ¿por qué? Porque el cerebro no aprende en situaciones de estrés, el estrés no proporciona buenos neurotransmisores para fijar conceptos ni aprender aptitudes y menos actitudes. Si bien siempre insisto en que la emocionalidad es necesaria para fijar conceptos, sin embargo, cuando el cortisol del estrés predomina no puede haber concepto fijado, y entonces es cuando todo lo vivido es tiempo perdido cognitivamente hablando.

Vivimos un tiempo en que encontramos que lo que hasta hace apenas dos meses era la norma, hoy no lo es, y nos damos cuenta de que ya no va a serlo más. Formas de trabajar, maneras de estudiar, relaciones humanas nunca serán iguales en la humanidad post pandémica. Y si no nos damos cuenta de esto estaremos buscando la solución a nuevos problemas por medio de viejos caminos que ya no conducían probablemente a nada y que ahora, a la luz de los nuevos hechos, lo harán menos. La pandemia nos hará diferentes personas: los oficios cambiarán, profesiones se reinventarán, y el que no lo hace, está condenado a sufrir mucho hasta darse cuenta de que debe hacerlo.

En la medicina el ejemplo es claro. Los que hace años hacemos consulta a distancia tenemos bien sabido que el paradigma del paciente frente a frente aunque sea para sus controles cotidianos, deberá cambiar, reservándose eso solamente a la exploración física y los procedimientos indispensables para realizar el tratamiento. En educación también: las aulas presenciales deben dejar rápidamente su sitio a la virtualidad y a la transmisión de conceptos más que de contenidos, algo que debería haber sido así desde siempre pero que, por no salirnos de nuestra zona de confort, los docentes hemos ignorado con devoción y terquedad casi propias de una mula. Todo va a cambiar post COVID-19 y eso no podemos (ni debemos) olvidarlo.

Es por eso que de ahora en más no debemos decir que la pandemia debe dejarnos algo que aprender. En realidad, la pandemia nos ayuda a desaprender mucho, a destruir los conceptos y paradigmas que eran aparentemente intocables en nuestras vidas, y que deben de construirse en nuestro esquema mental para reinventarnos en nuestras profesiones, en nuestras relaciones, en el día a día post pandemia. Es imposible aprender si antes no se desaprende. El cerebro no puede construir un esquema mental sobre otro prehecho. La mente debe otorgarle flexibilidad a los conceptos, destruir los dogmas construidos como inmutables, y una vez rotos los preconceptos y los preaprendizajes, aprender de nuevo, aunque eso represente “gasto energético” y nuestro cerebro esté siempre dispuesto a ahorrar energía, sobre todo en tiempos de carencia como los que vivimos. Porque esa es la naturaleza: el cerebro sabe que no se vienen tiempos fáciles, entonces se aferra a lo que menos energía la haga gastar, y eso es lo que siempre le funcionó hasta ahora, pero ya no le va a funcionar. Por eso también es tan difícil desaprender...

Es tiempo de desaprender primero. No de aprender mal. Es tiempo de dar rienda suelta a la creatividad y reinventarnos en todas las áreas de la vida. El cerebro nos comandará en ese proceso DE LA CABEZA que en otros ámbitos se denomina EVOLUCIÓN. Y el que no evolucione, se queda atrás. Nos leemos el sábado que viene.

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