Siempre es bueno y recomendable dedicarnos a promover una cultura de respeto que valora la diversidad y adopta el aprecio por los derechos y las diferencias individuales de los demás.

La idea que prevalece hoy día en casi todas las empresas es que podamos trabajar en equipo, pues la época de los “compartimientos estancos” ya es “historia antigua”.

Debemos mentalizarnos que los objetivos y metas cuali/cuantitativos de la gran mayoría de las empresas podrían concluir de mejor forma si es que se les ha dado la necesaria participación a los miembros del equipo de trabajo.

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Constituye una buena cualidad de los directivos el saber darse cuenta de que vivimos en la diversidad de los seres humanos y que dentro de cualquier equipo habrán heterogeneidad en muchos aspectos.

Conocemos personas que son muy proactivas y otras sin embargo de “mero laboratorio”, observando un dinamismo y forma de pensar y actuar diferentes.

Lo mismo se da dentro de nuestra familia. Podemos tener 3 o 4 hijos y cada uno de ellos observan diferencias en su carácter, forma de pensar y de actuar, pero como padres tenemos la obligación de saber respetar y trabajar sus diferencias individuales como para que estén debidamente preparados para un mundo cada vez más complejo y competitivo que se nos presenta en todos los ámbitos de nuestras vidas.

Con tu equipo de trabajo ocurre más o menos lo mismo. Algunos miembros podrían estar preparados para trabajar “bajo presión” y otros no, lo cual haría que tengas que ponerle “freno de mano” a algunos de ellos y en contrapartida el pie en el acelerador a otros.

Cuántos funcionarios tenemos (hombres y mujeres) que llegan todos los días a la oficina con una sonrisa contagiante, en tanto que a otros probablemente sería mejor no acercarnos a primera hora de la mañana, hasta que empiecen “a despabilarse”.

Todos dentro de un equipo participativo de trabajo tendrían algo que ofrecer a la organización y es esa la diferencia que se observa entre ellos, lo que hace que nuestros equipos puedan marchar “sobre rieles”, pero para eso, como líder, tienes un papel protagónico, pues si sos muy apocado malhumorado, pues sería poco o nada lo que podrías pedir y aportar al equipo.

El hecho de que dentro de los miembros que conforman nuestras organizaciones prevalezcan las diferencias, no significa que solo por eso tengan que salirse con la suya las veces que quieran. La disciplina que debe de imperar es primordial para la buena marcha de la empresa.

Una de las principales características de los líderes es la humildad, sencillez, don de gente y respeto a las diferencias del equipo y mostrar la suficiente capacidad de poder hacer que los mismos te sigan en pos de los objetivos y metas trazados previamente dentro de los planes estratégicos de la compañía

Cuántas veces tenemos empresas en que los hombres que forman parte de nuestro equipo de ventas van a la oficina bien “empilchados” de traje y corbata, mientras que otros quizás preferirían ir con una tenida más de sport mostrando menos formalidad con sus clientes y llegado el momento de hacer un balance de rendimiento individual no nos sorprendamos que este último pueda mostrar resultados cuantitativos mucho mejores que los que creyeron que bien vestidos ya era suficiente carta de presentación y garantía de buenas ventas.

Las diferencias son las que hacen a un buen equipo de trabajo, y que todos estén dispuestos a “tirar del carro” en forma conjunta efectivamente.

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