En estos días tuve la oportunidad de participar en reuniones relacionadas a cadenas de valor y canales de distribución de productos alimenticios. El objetivo era identificar las barreras que impiden a los microemprendedores participar en el mercado con precios más competitivos y, por ende, quedarse con una mayor porción de este.

Si consideramos que las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) son el 90% del mercado, emplean al 70% de la mano de obra, pero solamente tienen el 10% del mercado, apoyar su fortalecimiento y hacerlas más competitivas debería ser el foco de las políticas públicas.

Contrariamente a lo que imaginaba, que las dificultades tendrían que ver con barreras transversales y problemas casi irresolubles desde el punto de vista presupuestario actual, como es la dificultad para disponer con energía eléctrica con regularidad, el elevado costo logístico de un país mediterráneo que hace que la salida de los productos se haga más costosa, o la enorme carga pública que para el microempresario tener los papeles en regla con las municipalidades hay barreras de “pequeña escala”, por decirlo de alguna manera, que no se han podido superar por una razón: falta de gestión gubernamental.

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No es que no sea un problema de dinero. Es que entre los problemas no es el dinero el problema principal.

Veamos. Aunque en los últimos meses se han aprobado leyes que buscan mejorar el ambiente de negocios en Paraguay, agilizando los trámites de creación de empresas. Sin embargo, en la práctica la falta de articulación de las instituciones que intervienen en los trámites de habilitación es evidente para quienes la vemos desde afuera y dolorosa para quienes la padecen.

Para ser didácticos, en el universo de mipymes industriales, la mayoría de ellas pertenece al sector de fabricación de alimentos. Aunque la obtención de la cédula Mipyme es un trámite relativamente rápido que proporciona algunos beneficios a quienes la poseen, para una mipyme que está abriéndose camino dentro del rubro de los alimentos, la obtención de las licencias ante las municipalidades, los registros ante el Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) y ni qué decir el trámite de marca, hace que las facilidades de “doing business” aprobadas hace poco sean letra muerta.

Ahora bien, para quienes han superado estas barreras de inicio, hay otras dificultades que se plantean que tienen que ver con la fabricación misma de los productos. A un microempresario que desarrolló toda una línea de productos libres de gluten y utilizando como materia prima nuestra tradicional mandioca, le oí decir que para cumplir con trámites de rigor ante el Instituto Nacional de Tecnología de Normalización (INTN) tuvo que modificar por completo la base de ingredientes porque el sistema público no estaba preparado para “digerir” esta innovación.

Las leyes que buscan mejorar el ambiente de negocios en Paraguay son importantes, pero tan importantes y menos publicitadas son las medidas de articulación de políticas públicas para que las grandes ideas no mueran en el formulario de alguna oficina pública, cuyo sistema inflexible no comprende que facilitar los negocios pasa fundamentalmente porque la relación de trabajo entre el sector público y el privado, en el ámbito de las microempresas, sea dinámica, veloz y acelerada.

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