Como era de esperar, tras la escandalosa fuga (o liberación) de reos en la cárcel de Pedro Juan Caballero, las redes sociales se llenaron de memes, como muestra de la indignación ciudadana. La incredulidad es tan grande como la vergüenza. Y es que cada vez que se piensa que la cosa no puede ser peor, Murphy se encarga de demostrar que sí es posible. Siempre puede ser peor.
Una de estas manifestaciones de genio autóctono esparcida por internet decía que “el PCC lo había logrado, sin embargo el CCP aún no”, ridiculizando al club azulgrana por no tener una copa Libertadores. Los franjeados festejaban la simpática ocurrencia, mientras que a los otros les salía humo por la orejas.
Humo. Precisamente esa es la descripción en la que se pierden los intereses nacionales debido a la estrecha inteligencia de los protagonistas de turno.
Y es que mientras que uno tienta al otro y ríe como idiota sin siquiera entender bien el porqué y el otro se enoja más por la risa del otro que por defender lo obvio, a los hermanos los devoran los de afuera, como escribiera el genial José Hernández en su “Martín Fierro”.
Humo. Mientras los ciudadanos se distraen con la fuga del 19 de enero y discuten si los presos salieron por el túnel o por la puerta o si el recapturado que se entregó dice o no la verdad, las resoluciones 74 y 75 del 20 de enero establecieron que el titular del MOPC, el ministro Arnoldo Wiens, “encabezará y formará parte del equipo de revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú”… un hecho trascendente, que influirá la vida de todos los paraguayos hasta al menos los próximos 50 años, pasó desapercibido.
Entre PCC y CCP se escondió el Anexo C, posiblemente sin querer… o tal vez porque las designaciones de este gobierno dan muestra de serios desatinos, por definir de manera suave las incontables denuncias de supuesta corrupción de funcionarios en varios entes estatales.
Para cualquier paraguayo de bien, encabezar la renegociación de Itaipú es una responsabilidad demasiado grande. La suerte de millones de compatriotas está en juego.
No hace falta ir demasiado lejos en la historia ni mencionar a las asesinas hordas bandeirantes que reclamaban territorios para los portugueses para tener idea de lo que hay del otro lado del río Paraná. Basta nada más recordar la implementación del injusto tratado que Paraguay fue obligado a cumplir hace casi cinco décadas.
Lo que en principio nos pareció un acuerdo igualitario, pronto nos convirtió en mendigos ante una afilada estrategia de Itamaraty con mente colonizadora. La ganancia para los vecinos fue exorbitante, comparando con las migajas que cayeron de este lado en las últimas tres décadas. Y no hubo ni hay remordimiento por este robo, como aquel campesino que está seguro de que por derecho son suyos los frutos que cosecha y no de la planta que los ha producido.
El 20 de enero se firmó el inicio del camino hacia el futuro, un gigantesco compromiso que haría temblar a cualquiera; representará la diferencia entre tener respuesta adecuada en los hospitales cuando llevemos de urgencia a un familiar o que acabemos regateando el precio de un cajón fúnebre. O escuelas con maestros que sí saben de educación y no los eternos títeres de guardapolvos sindicalizados que viven colgados de sus miserables sueldos y que repiten las mismas lecciones de antaño.
Humo. Mientras nos pierden en discusiones de fútbol y de guardias corruptos, los negociados del PCC se incrementan con el mismo salvajismo que aplicaban los cazadores portugueses del siglo XVI, mientras que nos envuelven con sentimientos de lealtad y amistad, un sólido muro de interés se erige frente al “equipo” nacional para impedirle todo lo que pueda.
¿Es Wiens el adecuado para encabezar esta épica lucha? No sé. Sus antecedentes hablan de que es un hombre de Dios. Eso es doblemente malo para la tarea. Por un lado, al ser él un “instrumento” de Dios, fácilmente podría aprovecharse su lado débil, es decir, su ego. Él tiene la seguridad del respaldo divino y avanza confiado como un caballero andante de reluciente armadura, sin percatarse –inocente– de los miles de diablitos que mueven sus rabos prestos a arrojarse sobre su presa.
Y por otro lado, él no está hecho para derramar sangre como su contraparte está dispuesta. Él pregona el bien para todos, no defender a muerte lo que le pertenece a los paraguayos y que los brasileños quieren quitarnos porque ya es suyo desde hace mucho tiempo. Él está hecho para llevar el estandarte en la batalla, no para clavar la espada.
Y en estas condiciones se prepara el adalid de la patria, en un campo en el que el grado de corrupción es vergonzoso y ostenta el segundo lugar en Sudamérica, solo por detrás de Venezuela. Aquí, donde un parlamentario hace alarde de haber robado la voluntad popular, aquí donde un obispo traiciona todo lo traicionable y se convierte en presidente de la República, aquí donde la Corte Suprema de Justicia mantiene a miles de presos sin condena y vive en la nube del penthouse de su propio palacio, aquí donde los presos extranjeros hacen túneles solo para burlarse del Gobierno.
Y sin embargo, comparando con los del otro lado del río, nuestros “astutos” ladrones de gallinas son simples amateurs. Cruzando el Paraná, los expertos juegan en las ligas mayores, organizan operativos transnacionales tan grandes como el caso Odebrecht, que involucra a 12 países, 10 de ellos en Sudamérica, lo que se traduce en coimas de cientos de millones de dólares y negocios por miles de millones de dólares.
Ante este escenario un portaestandarte es muy lindo, pero el Paraguay necesita un espadachín ágil y astuto porque en frente lo aguardan varios maestros muy decididos. Mientras que aquí seguimos jugando con PCCs o CCPs, confundidos con humo y riendo como tontos de solemnidad, allá tienen planeado qué hacer con la energía de Itaipú en los próximos 50 años.
¿Qué propuestas tiene Paraguay? ¿Quién va a decidir qué es lo mejor para los niños que nazcan bajo este nuevo acuerdo? ¿El equipo negociador entre cuatro paredes, como el último caso en el que casi le costó un juicio político al presidente? ¿Serán consultados los paraguayos o una vez más decidirán “los representantes”, que más parecen traidores que patriotas?