Un amigo solía decir que para apreciarla, a Asunción había que mirarla con los ojos de un turista; que haciendo ese ejercicio era posible valorar el contraste en sus calles céntricas, donde coexisten, entre el abandono y la humedad, los edificios de antaño con sus monumentales pórticos, y también lo nuevo. Si hacemos este ejercicio, podemos también intentar imaginar lo que habrá sido para uno de ellos presenciar lo que sucedía con el mismo gobierno municipal la semana pasada.

El viernes de la semana pasada, Mario Ferreiro dejó el cargo de intendente tras el inicio de una investigación penal que indica que en la Municipalidad de Asunción funcionaba un esquema paralelo de recaudación, integrado por parientes de Ferreiro. No habían pasado 48 horas de la renuncia del intendente y de la asunción de Óscar Rodríguez como nuevo jefe comunal, cuando este último en conferencia de prensa anunció que el municipio rescindirá contrato con la empresa TX Panamá, que iba a hacerse cargo nada menos que de la gestión y cobro de impuestos, en el marco de un contrato marcado por la polémica y la sospecha de ilegalidad. Sobre el contrato con TX, decía Mario Ferreiro, que era una herencia de otro gobierno municipal, que él estaba simplemente obligado a cumplir, incluso pese a los visos de inconstitucionalidad, y pese a que se estaba dejando en manos de una empresa privada facultades irrenunciables e indelegables de parte de las instituciones del Estado, y en ese sentido hay que recordar que la Municipalidad de Asunción, como las demás municipalidades, nace en la propia Carta Magna.

Ahora bien, la rescisión del contrato con TX Panamá es muy bien recibida por la ciudadanía, que además de tener las sospechas de siempre de que en la municipalidad se llevan su dinero en carretillas (y desde la semana pasada con el insumo de capturas de pantalla que avalan esta teoría), con TX Panamá tenía que consentir también que una empresa privada extranjera lo hiciera, mientras la ciudad sigue en el mismo calamitoso estado. Sin embargo, aunque muy popular y sostenida, seguramente, –por lo menos esta vez–, con argumentos jurídicos, esta decisión también revela el cachivache que estaban dispuestos a llevar adelante y que evidencia que somos vulnerables a muchos otros cachivaches.

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Apenas seis días después de haber votado contra un proyecto presentado por sus entonces colegas concejales por la derogación del contrato, Óscar “Nenecho” Rodríguez anunció en conferencia de prensa que rescindiría el contrato con TX, alegando una serie de incumplimientos. “Las principales inconsistencias que se encontraron en el sistema de gestión tributaria hacen referencia al diseño mismo del sistema”, dijo el jefe de Gabinete de la municipalidad, Wilfrido Cáceres, para justificar la rescisión.

Como en este caso ni siquiera se han cuidado las formas, la ciudadanía puede ver que la Municipalidad de Asunción no vio la luz por razones técnico-jurídicas (incluida la sentencia de la Corte que le ordenaba dejar sin efecto la adjudicación a TX, no lo hizo porque el último defensor de este negocio fue defenestrado la semana pasada, y porque la ciudadanía necesitaba una medida populista de carácter urgente que le dejara algún dejo de gobernabilidad al nuevo intendente, en medio de las voces que señalan que su designación fue parte de un arreglo, en cuyo marco su antecesor no tendrá que responder penalmente.

Si desde los ojos de un asunceno promedio, Asunción, la gestión de su gobierno y sus impuestos dan vergüenza, no quiero imaginarme desde la mirada de un extranjero, ni qué decir de un inversionista.

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