“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

En julio y agosto se dieron las primeras señales positivas de un mayor movimiento en nuestra economía con relación a iguales períodos del año pasado, que aún no permiten tener la seguridad de que “hemos salido del pozo” pero que sí lo peor ha pasado (primer semestre 2019), y que los “brotes verdes siguen madurando” (Ministro de Hacienda Benigno López), pero sin crear falsas expectativas en la gente hablando de “recuperación” (Marito) o “reactivación” o lo que es más irresponsable de “despegue”.

El avance dado debe tener continuidad, más fuerza y generalizarse al grueso de los sectores económicos. Aún el panorama es de cuidado y frágil. Y lo más importante, los números positivos de producción y ventas (consumo) logrados en julio-agosto pasados se alcanzaron pese al desastroso manejo político del Presidente de la República, sin gobernabilidad satisfactoria, tranquilizadora y esperanzadora, que nos lleva a ser conservadoramente cautos en el fortalecimiento del repunte leve, que aunque indiscutible, está aún lejos de cambiar el mal humor de la gente.

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Todavía más no quiere decir mejor. Aún es muy fuerte el dolor del pueblo. Y hay que respetarlo, asegurándole que las primeras señales positivas de la economía comprometen al Gobierno en general, y a Marito en particular, a ser serios. Las payasadas del primer año de gestión gubernamental – y un poco más – deben ser historia. Recordarlas como una de las peores es una cosa, imperdonable, continuar sufriéndolas es inhumano.

El Banco Central del Paraguay (BCP) nos informó el lunes que el IMAEP (Indicador Mensual de la Actividad Económica del Paraguay) subió 0,8% en agosto con respecto a igual mes del 2018. Segunda suba mensual consecutiva, ya que en julio avanzó 0,9% (última corrección), dejando atrás siete meses de caídas de corrido, incluyendo diciembre del 2018. El romper este sendero muy negativo es importante y merece la atención adecuada. No es poca cosa. Con el 0,8% en agosto se registra una caída acumulada en el año del -1,9% y una movida anualizada en 12 meses del -1,2%. La tendencia en un plazo mayor es aún bien desfavorable o negativa.

La economía aún está en rojo. Menos rojo sí, pero aún en rojo. Llama también la atención de manera aún más atractiva el comportamiento del otro indicador mensual que maneja el BCP, el Estimador de Cifras de Negocios (ECN), que mide las ventas de las empresas al consumidor. Aquí ya tenemos tres meses positivos de manera consecutiva, y en agosto el avance fue del 2,3% (4,6% en julio y 0,7% en junio), con lo cual en lo que va del corriente año se registra una caída del -1,2% y en 12 meses móviles un retroceso del 1%. También números aún en rojo. Y mucho cuidado con autos y combustibles.

“Indican claramente el fin de la caída”, me dice un colega, aferrándonos a la posibilidad cierta de que “lo peor ya pasó”, a la espera, empero, de que lo iniciado continúe en lo que resta del año para tener una base económica más sólida sobre la cual construir el 2020 (el crecimiento podría ser del 2,5% al 4%) con menos dudas (después del duro avance del 0,7% este año según el Banco Mundial, y del 1% para el FMI, recordando que Itaú Unibanco estima una caída del -1,5% y Dende un descenso del -0,5% ). Pero, coincidimos, el dolor de la gente sigue, así como su muy malhumor, por la desfigurada cara “pública” del Presidente Marito y esa imagen de desgobierno insensible que proyecta y que es toda una bofetada. Aún con las señales de mayor movimiento económico. El sufrimiento no se cura ni olvida fácilmente. Duele decirlo pero hay que decirlo.

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