• Por Felipe Goroso S.
  • Analista.
  • Twitter: @FelipeGoroso

Hace semanas venimos siendo testigos de una serie de extraordinariamente llamativas declaraciones del principal vocero del Gobierno, la mayoría de ellas apuntando al cuerpo de la Policía Nacional. Aparentemente, han elegido los villanos de su relato. El eje y líneas discursivas, el tono, el ritmo, la comunicación no verbal, todo es absolutamente llamativo. Bah, llamativo es un decir.

Para entender el contexto en el cual se da esta serie de hechos políticos y líneas argumentativas. El gobierno está en medio de una tormenta perfecta que tiene (por lo menos) tres patas: la crisis política, con un juicio político latente; la crisis económica, todos los números están en rojo; y una crisis social que tiene dos ramificaciones: el tratamiento del proyecto de Presupuesto General de la Nación para el ejercicio fiscal 2020 y una población que empieza a mostrar su descontento porque cada vez que abre la heladera la ve más vacía. Y la heladera vacía mata todos los videitos en Twitter que se puedan hacer. No pasa por ahí la línea de respuesta, absolutamente.

En el medio de este tsunami político, económico y social, el ministro del Interior tiene dos desafíos: aprobar la reforma de la carta orgánica de la Policía y la maltrecha enmienda constitucional anunciada por el Ejecutivo y que implica la salida de las Fuerzas Armadas a las calles. Ambos proyectos han recibido duras críticas de los más diversos sectores; por izquierda, por derecha, de propios y extraños, las voces a favor son mínimas.

Con este escenario, el Gobierno ha recurrido a un recurso ciertamente gastado en el mundo, pero poco usual en nuestras tierras: la ventana de Overton. Es una teoría política que describe cómo se logra cambiar la percepción de la opinión pública para que ideas que antes se consideraban descabelladas sean aceptadas a largo plazo. Tiene cinco etapas que van desde de lo impensable en la primera, hasta la última en la que se pasa de lo popular a la iniciativa política. Aún estamos en la primera etapa y realmente siento curiosidad por ver cómo harán para pasar a la siguiente en la que se avanza de lo radical hasta lo aceptable. Será cuestión de estar atentos y observar los próximos pasos del Gobierno y de Juan Ernesto Overton, que seguro nos irán dejando pistas.

El Gobierno no está en posición de asumir batallas sobre las cuales no tiene certeza de su resultado, pero, de hecho, esta no ha sido una de sus características. Al contrario, nos han mostrado la misma sutileza que la de un elefante en medio de una cristalería. Y la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, también pasa por la sutileza.

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