EL PODER DE LA CONCIENCIA

Agobiados por noticias negativas, como las de los incendios y de la contaminación que en este momento ya nos afecta directamente, con gobernantes que creen que el país es su feudo personal que pueden administrar ilimitadamente para enriquecerse, con la economía interna en terapia intensiva y la mundial en guerra literal, incluso con ataques de drones que precipitan el desabastecimiento de petróleo y el sonido de tambores de reacciones beligerantes... un titular como “Desmantelan a la Policía Municipal” es más que un bálsamo al espíritu, es una sonrisa de alegría que se dibuja en el alma de la ciudadanía honesta.

Históricamente, los agentes de tránsito de Paraguay se ganaron el mote de “zorritos” gracias a la figura de astucia que proyecta el animalito. Pero según vox populi, los funcionarios municipales, utilizando sus malas artes, durante décadas implantaron un sistema de recaudación paralelo con el que benefician sus bolsillos, al punto de llegar a esconderse para “sorprender” en infracción al desprevenido conductor en lugar de marcar presencia para evitar las incorrecciones viales. Pero claro, si no hay infracción, tampoco puede haber coima, por lo tanto el negocio no es negocio para el avivado zorrito.

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En este caso, debido a las reiteradas quejas recibidas, la administración del intendente Miguel Prieto, de Ciudad del Este, decidió actuar como debieran hacerlo todas las municipalidades del país: “La Policía Municipal estaba totalmente corrompida, recibíamos muchísimas quejas todos los días, era la única dependencia que no podíamos sanear, pero con un altísimo índice de corrupción. Por eso tomamos esta decisión difícil, la de renovar totalmente la Policía Municipal”, explicó el edil mayor.

En la capital de Alto Paraná fueron despedidos todos los funcionarios de la dependencia: 11 agentes pasaron a Orden y Seguridad, pero el resto, 40 contratados y 10 de la planilla permanente, fueron despedidos y recibirán gradualmente su inmerecida indemnización.

Es sorprendente notar cómo los agentes de tránsito al calzar su uniforme se transforman. Muchos de ellos son prepotentes y otros desde que salen a la calle tienen la mente puesta en cómo despojar al conductor de unos billetes mediante el abuso de su “autoridad”, sintiéndose un dios magnánimo capaz de “perdonar” si el infractor entrega su contribución.

Son como los villanos de las películas de superhéroes: creen que el traje que llevan los hace invulnerables, fuertes, invisibles a la ley, poderosos y ambiciosos, insensibles. Disfrutan su “superioridad”, más sabiendo que a los que oprimen son quienes les pagan el salario.

Me pregunto cómo será ese zorrito cuando al llegar a su casa lo recibe su hijo, que ve en él a un verdadero héroe. ¿Siente remordimiento? O a su esposa, que piensa que su valiente adalid salió temprano para ordenar el tránsito y tal vez ayudar a las tiernas viejecitas a cruzar la calle. No. No creo que sientan remordimiento. Ni orgullo.

En la foto del grupo de despedidos de la Municipalidad de Ciudad del Este se puede observar furia y resentimiento. Muestran el traje de víctimas... bueno por algo son zorritos. Ellos piensan que no hay derecho a hacerles esa injusticia, pero olvidan todas las que ellos mismos han cometido antes.

Estoy seguro de que como buenos zorritos darán pelea, incluso pueden pedir la adhesión de sus colegas de otros municipios del país. Sería lógico, ya que si ellos pueden ser despedidos, sus camaradas de otros sitios también corren riesgo de ser barridos.

Yo no sé cómo acabará este episodio, pero sirve para que esos que son verdaderos asaltantes de caminos sientan un poco del miedo que a diario ejercen al pedir la licencia de conducir, que si está en regla es seguida por la habilitación... y la baliza... y el matafuegos, hasta que surge el motivo para expedir una multa... y el “perdón” con una coima.

Según palabras del intendente de Ciudad del Este “los vicios continuaron, detectamos el uso indiscriminado e irregular del cepo, de las grúas, barreras extorsivas, la existencia de un grupo de empresarios que paga una caja chica y se reparten entre los agentes de tránsito para poder meter sus camiones en el centro, en horario no indicado. Tenemos prueba de todo eso, que ocurría de manera normal con esta policía. Eso nos llevó a tomar esta decisión”.

Este debería ser ejemplo para los demás intendentes. Todos saben de la corrupción y no hacen nada. Pero la corrupción no solo está en los agentes que amenazan con multas, también está en los jefes cómplices que ordenan a sus efectivos que “trabajen” sin controlarlos y hasta en los sistemas semafóricos deficientemente colocados que inducen a los conductores a cometer infracciones.

Para capturar a los zorritos antes los cazadores utilizaban trampas. ¿Deberían los intendentes utilizar algunas para desenmascarar a los agentes corruptos o es que son parte de la repartija?

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