EL PODER DE LA CONCIENCIA
- Por Alex Noguera
- Periodista
- alexnoguera230@gmail.com
Primer acto: Muchas personas riendo de un meme. Segundo acto, una foca aplaudiendo. Tercer acto, la misma foca mirándose al espejo, sin aplaudir. ¿Cómo se llama la obra? No sé, pero a veces pienso que en este drama del “Paraguay de la gente” nadie sabe si llorar o reír.
Por un lado, todos los ciudadanos nos regodeamos con los chistes sobre Ña Lechuga, pero al mismo tiempo su marido, el cuasi bachiller, trepa que trepa sin ningún cargo de conciencia, cobrando sueldos de senador o de ministro sin tener preparación. Pero no es el único.
Esas focas que aplaudían y que de pronto se ven reflejadas en el espejo se sienten ridículas porque ni siquiera saben por qué aplaudían. Unas focas dicen que este circo es divertido, otras, sin embargo, aseguran que la jugada es la de un genio, es decir, desviar la atención de lo verdaderamente importante para distraernos con la pavada.
¿Qué es lo importante? Podrían preguntarle al comisario asesinado en el cumplimiento del deber, a ese ciudadano que recibió un disparo a traición y cuyos superiores dan grandes discursos en los que explican de todo, menos que la responsabilidad no se delega. No, él ya no puede responder, está muerto. Podrían preguntarles a los familiares el porqué arrojaron a la basura las coronas de flores enviadas al velatorio.
¿Cuál es el mensaje que recibe el Paraguay de la gente que ve a burros jugando con el destino de los ciudadanos y de sus hijos? Y más cuando los antecedentes de gestión están salpicados de sospecha de negociados, de faltantes, de fatos de combustible. ¿Qué deben pensar esos jóvenes paraguayos que cada día se queman las pestañas y estudian y se sacrifican por ser mejores, por luchar por los valores para una sociedad más justa y humana… mientras que los ignorantes son apadrinados desde lo más alto?
Es vil premiar a los haraganes avivados cuando un profesor de 85 años, como don Cirilo, recorre diariamente 4 kilómetros en bicicleta para enseñar a los niños de una escuelita en la ciudad de Corpus Christi.
Es ridículo jugar al superhéroe con pistola en la cintura cuando una legión de militares le custodia a uno la espalda; es vergonzoso figurar como ejemplo sin haber apagado ni una vela cuando en lo más árido del Chaco 540 bomberos voluntarios, anónimos, se queman la piel e inhalan el humo para tratar de evitar el incendio de Roma, provocado en un 95% por nerones desjuiciados.
Bueno, en Roma funcionaba lo del pan y circo, pero aquí el pan se acaba al punto que la gente desesperada atraca los depósitos de Aduanas y el circo ya no es para nada simpático. Cada vez quedan menos focas aplaudidoras.
En realidad, el circo arde, literalmente arde, como aquel 19 de julio del año 64 dC, cuando las llamas comenzaban a consumir el Circo Máximo y durante 5 días devastaban la ciudad eterna. Para unos historiadores, fue Nerón quien quemó la capital mientras cantaba el Iliupersis; para otros el emperador estaba lejos de los hechos, a 42 kilómetros, en Antium. Esa historia es lejana y confusa. La historia que hoy escribimos, a pesar de ser cercana, es igual de confusa… o más.
Así como van las cosas, el pandulce va a llegar, pero de contrabando desde la Argentina si el fuego no toca tambo antes en Asunción. Ya son 110.000 hectáreas quemadas, 70% en el Chaco y 30% en la Región Oriental.
¿Cómo se llamaría la obra? ¿Nerón y las focas? ¿Las focas ya no aplauden? ¿Nerón incendia de nuevo? Quizás los del PCC o los del Comando Vermelho tengan un título creativo, ya que siempre están un paso adelante y realmente se ríen a carcajadas del emperador y de sus focas.