• Por Bernt Enschev
  • Fundador de The Bernt

La desvinculación de un profesional que actúa en cargos de confianza en las esferas ejecutivas, estatales o Federal, de vez en cuando, acaba por ganar un buen espacio en los medios cuando está consolidado. Por lo general, e infelizmente, antes que esto ocurra, esa persona suele ser ‘acribillada’ en las redes sociales e incluso en algunos segmentos de comunicación.

Este proceso puede ser corrosivo para el profesional cortado y muchas veces para el organismo y gobierno que tomó la decisión. En algunos casos, para intentar amenizar el impacto en la vida de este individuo, algunos líderes aún ofrecen la opción que la persona envíe la carta solicitando la desvinculación, demostrando así el tono de que él es quien tiene la iniciativa de dejar el cargo.

En el mundo corporativo no es muy diferente, excluyendo la exposición maciza, el proceso tampoco suele ser muy amigable. Sin embargo, existen trabajos específicos que orientan a las empresas para que realicen un buen proceso de desvinculación en las compañías. Sí, el ‘despedir personas’ puede ser menos doloroso e incluso ventajoso para las corporaciones y para el propio profesional.

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Antes de tomar la decisión de terminar un contrato, las empresas deben organizar este trabajo como cualquier otro. Esto vale para el despido en masa o para los individuales. Ante todo, se debe usar la verdad y el respeto por las personas.

La mayoría de las veces las compañías carecen de la verdad en este momento para justificar la razón de esta desvinculación. A veces, el ciudadano ha cometido un error que, ante la corporación, no es compatible con los valores de la empresa. En el momento de desvincularse, se habla en la reducción de costos. Además de parecer falso, provoca la ira, alimenta el resentimiento y no ayuda al profesional a tener subsidio para vivir ese momento.

La verdad, cuando se habla clara y adecuadamente, contribuirá directamente para que el profesional pueda realizar una autorreflexión. Quizás en las próximas oportunidades no cometerán los mismos errores.

Para empresas que deben lidiar con esas situaciones, por lo general, lo ideal es tener un programa interno que trate de este asunto, que oriente a Recursos Humanos e incluso el liderazgo para que sepan cómo proceder en casos como estos. En algunas situaciones, tener la asistencia de una consultoría de desvinculación puede ser una excelente estrategia, principalmente para medianas y grandes empresas.

Este respeto con el desvinculado también vale para las empresas que tienen aliados externalizados en sus estructuras, ya sea remota o internamente. Imagínese la situación, por ejemplo, de una asesoría que trabaja ya hace un buen tiempo en determinada área de la compañía. Y en determinado momento, la empresa le solicita a su cuerpo jurídico que llame a esa empresa y le diga que el contrato será rescindido en el próximo mes.

Bueno, si el trato es con determinada área o liderazgo todo el tiempo, sería como mínimo ético llamar a la consultoría para realizar esta terminación explicando los motivos. Tratar la parte legal es otra etapa, y no le corresponde al ‘jurídico’ desempeñar este papel.

Para la persona que está siendo desvinculada, lo ideal también es cuestionar los motivos de la desvinculación, pero no como forma de invertir la situación, pero para justamente poder tener en cuenta la real situación del motivo de la empresa. Esto lo dejará un poco menos incómodo y lo ayudará a levantarse para nuevas oportunidades en un período menor. Estoy cruzando los dedos para que Brasil tenga menos desvinculaciones y más oportunidades en los próximos años en el mercado de trabajo.

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