- Por Jorge Torres Romero
Mario Abdo Benítez es el típico sagua’a de nuestra fauna política. Arisco, indómito, tosco y esquivo. Ese animal vacuno que se resiste a ser domesticado. No hay formas de meterlo al corral de manera amable, solo es capaz de ingresar a través de la fuerza.
Los colorados entendieron que antes de meterle el rifle del juicio político para sacrificarlo, todavía había tiempo de buscarlo en el monte, encaminarlo y hacerle entrar en razón, aunque ello implique, como es testarudo, golpearlo un poco. Es natural que nadie quiera sacrificar su ganado de buenas a primeras, siempre hay una leve esperanza de redimirlo.
Luego de la crisis política, pos escándalo de la divulgación del acta del 24 de mayo, el sagua’a ingresó al corral, se mantuvo manso, tranquilo y sereno, aunque nunca haya dado señales de que iba a cumplir los deberes exigidos.
Hoy, más recuperado, de vuelta muestra los mismos signos que lo llevaron a golpearse la cabeza en un año de gestión y generando un lapidario porcentaje de desaprobación ciudadana, 80% en contra.
Dudo que los capataces y peones colorados quieran salir de vuelta con soga en mano a rescatarlo del monte porque todo indica que es un caso perdido. Le sirvieron en bandeja con el salvataje político para que pueda dar el famoso golpe de timón y hasta ahora sin resultados ni amagues de hacerlo.
Los estudiantes y docentes, movilizados la semana pasada, coincidieron en que el ministro de Educación no les genera confianza y ni siquiera el viernes tuvo el coraje de recibirlos para escuchar sus reclamos.
El presidente del Congreso, el liberal Blas Llano, hizo lo que Mario Abdo debió hacer, convocar una cumbre de poderes como señal de interés de zanjar la crisis política, social y económica, basados en cinco puntos, como prioridad (inseguridad, empleo, presupuesto, renegociaciones en Itaipú y Yacyretá). Llano planteó la propuesta y recibió un “dale” como retorno del mandatario.
El sector campesino-productivo está desesperado. Hace 15 días los tomateros literalmente arrojaron sus productos a los chanchos por falta de mercados. Ahora hacen lo mismo los mandioqueros, hartos de los intermediarios que solo quieren pagarles G. 100 por cada kilo de mandioca, monto que no les sirve ni para cubrir la mínima inversión. El gobierno no mostró un solo plan como respuesta.
Cuando la gente observa la ausencia de un liderazgo sólido y convincente, todo se convierte en un caldo de cultivo para hechos como lo sucedido en Itá Enramada. Contrabandistas atropellaron un puesto de la Armada Nacional a reclamar hacer pasar sus mercaderías.
A los barrasbravas que fueron a ver una final de fútbol de salón nada les importó la presencia de agentes policiales para armar disturbios y asesinar a un hincha.
Miembros de la Asociación Rural del Paraguay (ARP) denunciaron hace dos meses que un director departamental del Indert en Paraguarí filtraba información privilegiada a invasores de tierras para que estos ingresen a propiedades a quemar maquinarias y generar disturbios. El presidente del ente cajoneó el reclamo, las invasiones siguieron y una vez que se hizo pública la denuncia, el presidente del ente pidió disculpas por ignorar el caso y destituyó al funcionario.
Tal vez, por cansancio y acalambrado, el sagua’a termine domesticado y podamos reencauzar todo lo que se ha hecho mal hasta ahora. Si esto no ocurre, negros nubarrones se avizoran para el Paraguay y, una vez más, con las consecuencias que esto implica, habría que sacrificar al animal como última opción. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.