La palabra “legionario” tiene un significado en español paraguayo que no se registra en los diccionarios generales del español, porque es tremendamente particular e inherente a la historia y al habla del Paraguay. El nombre viene de la guerra del 70 y denominó así a los paraguayos, residentes en Buenos Aires, que conformaron “la legión paraguaya”, es decir que asumieron el nombre de un presunto y prestigioso cuerpo de ejército, antes de haberlo registrado en los campos de batalla.

Con ese nombre rimbombante y prestigioso, es decir de una supuesta legión, cuerpo militar de gran prestigio desde los tiempos de los romanos y que a casi todos nos fue bien conocida y reconocida gracias al cine hollywoodiense.

No expondré aquí ni la historia, ni las diferencias, ni las desavenencias y connivencias de los de la “legión con la que fue llamada en el mismo tiempo y espacio” La Asociación, pues no viene a cuento, sino que se trata de ver la génesis de la significación vernácula del término en su versión paraguaya y la popularidad política que adquirió en la posguerra del 70 y en los tiempos de la nefasta dictadura estronista.

Los tales paraguayos legionarios eran pocos y, al parecer, con pocos recursos, ya que pidieron tanto a Argentina como a Brasil que les proveyeran del armamento para sumarse a las tropas trialiancistas y combatir a López, por considerarlo un tirano; no tuvieron mucho éxito, porque ni el emperador del Brasil ni el aprendiz de emperador del Plata le dieron el crédito que pedían. El caso es que la tal legión tuvo apenas, trascendencia durante la guerra, adquiriendo su “fama” principalmente por historiadores lopistas “acérrimos”, principalmente O’Leary que les dieron existencia más importante que la que tuvieron, detractores que les dieron “existencia” y fama, mala fama, claro, pero fama al fin.

Fue así que en español paraguayo, legionario adquirió el significado de traidor, vendepatria y otros adjetivos “descalificativos”, insulto en boga en tiempos del Tiranosaurio y de la Voz del Coloradismo, que con frecuencia parecía más una voz anticolorada, de tantos legionarios con ese color partidario que denunciaba, ya que ese tiempo la palabra pasó a adquirir la ridícula significación de “antiestronistas”. Ciudadanos que ganaron méritos luchando contra la dictadura lo que demostraba mucho coraje y valentía cívica, dándoles una dimensión que no tuvieron ni en sus tiempos de auge los miembros de la legión, de más penas que glorias.

Legionario pretendió significar en aquellos tiempos “traidor”, lo que traducido al lenguaje de la época, alguien que estaba contra la dictadura, lo cual, más que denigrarlo le daba un aura de valentía, ya que criticar o enfrentar al dictador costaba caro, en vida, en ruina, en exilio… etcétera; en fin, ser víctima de la dictadura, de la persecución, de la cárcel, del exilio. Valga para las nuevas generaciones recordar que muchos de los más grandes dirigentes, escritores, músicos, artistas e intelectuales, en general, pasaron por la cárcel, por el exilio. Por la tortura.

En fin, que esos “legionarios” fueron por el contrario figuras que lucharon y crearon para enaltecer al país.

A cuento de qué viene la recordación, sencillamente porque ante el desbarajuste nacional provocado por la negociación calamitosa de la energía paraguaya de Itaipú, donde una gran parte de los negociadores paraguayos de los intereses nacionales, estaban mucho más interesados en sacar una tajada en lugar de defender el interés nacional. No es nuevo, sucedió ya con la construcción de la represa, con los famosos “barones de Itaipú”, como en tiempos de Yacyretá. Pero resulta patético que en estos tiempos de democracia haya tantos funcionarios y afines tratando de vender un pedazo de patria en beneficio propio.

Lo que más que nunca tiene significado el despreciativo calificativo de “vendepatria”.

Es lamentable, que desde altos funcionarios a aprendices de estafadores hayan estado especulando con hacer negocio propio en contra de los intereses nacionales. Es la triste realidad que gran parte del aparato estatal funciona más y mejor para aprovecharse del Estado que para defenderlo.

Y así nos está yendo en el caso concreto, “lamentable” porque la contraparte está operando hábilmente a su favor.

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