• Por Augusto Dos Santos
  • Analista

“Tenemos memoria, tenemos amigos,

tenemos los trenes, la risa, los bares,

tenemos la duda y la fe, sumo y sigo;

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tenemos moteles, garitos, altares”,

dice Joaquín Sabina como consuelo para “no cortarse de un tajo las venas”.

Nosotros también tenemos historias que te permiten saber que se puede confiar en el futuro a pesar de todo. Si te bajonea que Marito no arranca; sin embargo, te llena de optimismo que la selección parece que está encontrando la vieja alquimia de combinar técnica con garra y da esperanza.

Mientras Wiens sigue con todos los pernos sulfatados, vos tenés centenares de comisiones de caminos que ponen arena y tablones para que la carne, la leche y las mercaderías sigan circulando.

Mientras tenés al MUVH (ex Senavitat) sin poner un ladrillo en un año, en contrapartida vos ves que las familias jóvenes siguen sacando imaginación de cualquier lado para seguir adelante con la idea de la casa propia y lo logran. Con increíble ingeniería financiera, privándose de muchas cosas o poniéndose de albañiles los fines de semana, lo logran.

Puede que te bajonee que el MEC no haya hecho otra cosa que despedir maestros en un año. Sin embargo, podés mirar también el otro lado de la misma moneda y ver el testimonio de Pablino, un maestro que cruza los humedales del Ñeembucú en un “cachiveo”, una endeble embarcación de tronco, para llegar con su saber y compartirlo con los niños diariamente.

O si empezás a darte cuenta que lo que estuvo pasando en todos estos meses es un intento de perseguir a docentes que se consideran “políticamente adversos” , podés visitar Arambe, en una compañía de Luque, o en el profundo Chaco; en ambos lugares se forman chicos que jamás tendrían para algo más que una pobre educación oficial. Aún así, ellos están metidos –por la iniciativa privada– en las artes de la robótica, aprenden inglés desde el primer día y te dicen desde su pequeña edad de 10 años (hijos de repartidores de delivery o de peones de estancia) que quieren ser ingenieros electrónicos o médicos especializados en nanomedicina. O sea, no solo les enseñan a saber, también les enseñan a soñar con objetividad.

Podés creer que todo está mal con IPS o la salud pública; aún así tenés que pasar una noche en la sala de emergencias del Hospital del Trauma o en una guardia cualquiera del Hospital de Clínicas para saber cómo hay jóvenes médicos que no duermen laburando y haciendo “vaquita” muchas veces para salvar una vida. Encima son los escrachados por alguno que patotea con su celular grabando a mansalva y agrediéndolos porque no hay medicamentos o jeringas cuando que en realidad por eso tendrían que ir a grabar y pedir explicaciones al ministro.

Puede que creas que todo está mal porque no hay circulante y en serio se sufre bastante, pero no dejan de surgir emprendimientos que te demuestran que se puede. Fernando se animó a poner una nueva sucursal de su librería a pesar de que “nadie lea”; Julián subió a una bici su equipo de café y fue a una plaza a instalar “Café Bike”; Mario se encuentra en este mismo momento en el banco cerrando un crédito para el montaje de una línea de alimentos de desayunos congelados para tiendas de conveniencia; Óscar se compró un equipo de colorimetría para cine que no había en Paraguay.

En resumen, puede que a los ciudadanos les jodan mucho las autoridades que no funcionan. Pero no se crea que la gente se va a quedar en el plagueo por lo inútiles que son este u otro ministro. La gente seguirá trabajando. La gente seguirá poniendo el lomo. Porque el país tiene que encontrar ese rumbo que se merece... y también –entre otras cosas– porque a fin de mes le tiene que pagar el sueldo al gobierno.

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