• Por Felipe Goroso S.
  • Analista.
  • Twitter: @FelipeGoroso

La obra cumbre del político, escritor y poeta francés Victor Hugo nos pinta una muy detallada acuarela de la Francia (y porque no de Europa) del siglo XIX, específicamente nos muestra las vicisitudes de su personaje central: Jean Valijean. El mismo es un ex presidiario que después de una sentencia de diecinueve años de prisión: víctima de un trágico destino, originalmente sentenciado a cinco años por robar pan para alimentar a su familia, ve ampliada su sentencia tras varios intentos de fuga y su pasado como convicto lo abruma ante la sociedad que lo sigue condenando.

Quienes suelen ver y escuchar mis opiniones o comentarios saben que estoy muy lejos de idealizar a delincuentes; ahora bien, no podemos dejar de mencionar un par de datos brutales: entre un 76 y 78% de nuestros reos adultos están presos sin tener condena. Es el mal hábito social que refleja la frase impuesta “¡tiene que estar preso!”, que la usamos en rondas de asado y cerveza cuando debatimos sobre áreas tan diversas como la política y el fútbol, llevado a su máxima expresión. En el caso de los adolescentes son bastante menos quienes están presos sin condena donde se respeta algo más lo de la excepcionalidad de la prisión.

Siguiendo con las cifras, la última crisis en el sistema penitenciario dejó diez fallecidos y nueve heridos como consecuencia del motín en la penitenciaría regional de San Pedro; de estos últimos, siete no tienen condena. A eso hay que sumarle los ocho heridos durante el motín que se dio poco tiempo después en el penal de Tacumbú, en donde al momento de escribir esta columna se recibían reportes de nuevos incidentes.

La respuesta de parte del Ministerio de Justicia fue política y comunicacionalmente insuficiente con el agravante de que evidenció una vez más la falta de organicidad en la comunicación gubernamental que debería ser gerenciada desde el superministerio de Comunicación. Aislado y solo, así quedó el Ministerio de Justicia en esta crisis. La respuesta del ministerio quedó en offside cuando el destituido director del penal de San Pedro mostró en exclusiva para el Grupo Nación notas que demuestran que las autoridades del ministerio estaban en conocimiento de la famosa granja que estaba detrás del reclusorio. Un día antes, el ministerio había dicho que desconocía la existencia de la granja, por cierto, lo único que tenía de granja eran aproximadamente quince gallinas. En igual medida también exhibió una nota donde solicita de manera urgente el traslado a otra penitenciaría de supuestos integrantes del PCC. La nota es de un mes atrás.

El Ministerio de Justicia no es la única pata de esta mesa, la Defensoría Pública, la Corte Suprema de Justicia con sus jueces en diversas instancias, así como el MOPC también tienen mucho que explicar. Y son los que hasta ahora menos lo han hecho. Incluyendo en ese panorama, a las modificaciones legislativas que elevan los delitos a categoría de crímenes, sin mayor argumento que el “¡tiene que estar preso!”.

Necesitamos una política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, que aborde la cuestión penitenciaria de manera integral y frontal. Sin dudas o temores de los protagonistas. Es la única forma de que los miserables dejen de ser reos y los reos salgan de la profunda miserabilidad en la que los tenemos encerrados. Sus familias y la sociedad toda aplaudiremos la valentía que hará que valoremos la libertad.

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