• Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr. Mime

Muchas veces nuestro cerebro no ve lo que tenemos enfrente. Y no son los ojos los que nos engañan, sino el propio cerebro en su afán de presentar algo que sea coherente y razonable. Es como que el cerebro quisiera construir, usando las imágenes obtenidas por la vista, un libreto con significado, para lo cual directamente “borra” o elimina lo que no encaja en el libreto, pese a ser parte de la realidad. Esto explica muchas de las cosas que suceden en la Neuromátrix (concepto que explico en mi libro “Cerebra la vida” y del que ya hablé en otras entregas de esta columna), probablemente les explique a ustedes mucho más lo que suelo querer significar cuando digo que cada persona construye su propia realidad cerebral y que probablemente la realidad que creemos real no sea tal para todos. Complejo aún, ¿verdad?

Busquen alguna de las imágenes que muestran esos juegos infantiles de “encuentre las siete diferencias” y vean que sucede. Al principio, el cerebro procesa ambas imágenes como idénticas, pero en realidad debe trabajar un poco para encontrar las siete diferencias, y darse cuenta de que no es tal y como las procesó al principio. De esta manera, construye lo que llamamos un relato coherente.

También es de destacar que al cerebro no le gusta el vacío. El cerebro tiene una gran capacidad de crear realidades, lo cual afecta nuestra percepción del entorno, y nos hace construir nuestra propia Neuromátrix, es decir, la realidad que perciben nuestros sentidos. Estas realidades, que aparecen como información visual, “llenan” los espacios vacíos y generalmente “aciertan” con respecto al contenido real de lo que se ve. Un ejemplo claro de este fenómeno sucede con el llamado “punto ciego” de la visión, que corresponde en la retina al lugar donde emerge el nervio óptico y que no posee capas que capten la luz desde el exterior. Esta zona de visibilidad ausente existe en todas las personas. Sin embargo, nadie se queja de que tiene zonas ausentes de visión en su campo visual. Esto sucede porque el cerebro “llena” esas zonas con los colores de fondo de lo que se está observando, pese a ser bastante grande (si estuviésemos en la observación de un cielo nocturno, el punto ciego equivaldría a la superficie de nueve lunas llenas en el firmamento).

Otra curiosidad es la siguiente: tenemos dos ojos. Lo razonable es que veamos dos imágenes. Y en realidad, así es. Pero ¿por qué no vemos doble?

El cerebro tiene la posibilidad de corregir las dos imágenes que llegan de cada uno de los ojos, las cuales tienen diferencias sutiles (pero diferencias al fin) en la profundidad de las imágenes. La capacidad de corregir estas diferencias se denomina estereoscopía, y es lo que nos hace ver en tres dimensiones: alto, ancho y profundo. Algo similar ocurre con el tacto: si tocamos un objeto con las dos manos, percibimos un solo objeto y no dos, pese a recibir informes sensoriales de ambas manos, porque el cerebro se encargó de corregir este hecho.

Como vimos recién, el cerebro “completa” las porciones faltantes en los puntos ciegos. Hace lo propio cuando en la estereoscopía le faltan trozos de coherencia a las imágenes, completándolas con lo que se posee en el banco de memoria para tener así un resultado coherente que proyectar a la mente.

Por raro que pueda parecer, se puede tener estereoscopía solamente con un ojo… o sino, pregúntenmelo a mí que por una cirugía correctiva de estrabismo a los dos años, perdí la posibilidad de manejar sincrónicamente los dos ojos. Con un solo ojo alternativamente, tengo buenísima estereoscopía y realicé toda mi vida neurocirugías con microscopio. De hecho, la estereoscopía puede ser procesada por una vía diferente a la vía visual respecto a la visual tradicional, pero esto está aún en observación. Es la vía neuronal paralela que da vueltas alrededor de la corteza visual de la percepción consciente de los objetos, proyectándose directamente sobre centros cerebrales que guían la mano como si de un GPS se tratase, sin necesidad de que se “vea” lo que se está haciendo.

Cosas locas de los sentidos, hoy el de la vista, y que nos tienen “de la cabeza”…

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