• Por Felipe Goroso S.
  • Analista.
  • Twitter: @FelipeGoroso

Desde su nacimiento, el proyecto de jubilación médica dio indicios de gozar de buena salud legislativa, los apoyos logrados en ambas cámaras del Congreso y reflejados en los votos obtenidos en la primera vuelta ya eran una señal política de que, para un gobierno como este, que viene demostrando no tener espalda para bancarse un vuelto político, el veto no era la mejor alternativa. A no ser que quisieran exponerse a lo que se expusieron: un bochorno más.

Vino de contramano con la ya de por sí maltrecha agenda legislativa del Poder Ejecutivo, que tiene al paquete de leyes del GAFI y a la reforma tributaria como protagonistas del segundo semestre de este año. Eso seguro, pero de eso se trata la democracia. Y, sobre todo, de eso se trata gobernar.

Quienes se oponían al proyecto esbozaban varios argumentos, uno de ellos es que los médicos hacen lo que hacen porque tienen poder de lobby y son unidos. ¿Y? Pues de eso se trata, los grupos defienden los intereses de sus integrantes y pueden conseguirlo en la medida que desplieguen estrategias oportunas y convenientes. Si a eso se le suma la unidad en la acción que reivindican, las probabilidades de lograr sus objetivos aumentan. El Gobierno ya debería de saber a estas alturas la unidad y la fuerza del gremio médico; no me crean a mí, pregúntenles a sus padres sobre el papel que les cupo a los sindicatos de blanco y enfermeras en la lucha contra la dictadura. Ups… perdón por el mal recuerdo. Los demás grupos que crean tener derecho y reclamar esta u otras banderas están en su derecho. No le gustará al Gobierno, pero es así.

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Ahora bien, no me queda más que coincidir con los expertos en economía que señalan que la responsabilidad del Poder Ejecutivo es tomar el toro por las astas presentando una propuesta integral sobre el régimen jubilatorio. Mientras no presente una propuesta de política de Estado al respecto, no tendrá un argumento político con el cual sentar a la mesa de diálogo a los sectores que ondeen sus propias banderas.

Los gremios médicos denunciaron que nunca fueron recibidos por el Ejecutivo. La próxima vez el Gobierno podría probar con el diálogo. Dicen que resulta, será cuestión de probar. Se entiende que haya optado por la confrontación política permanente al interior de su partido, pero eso no debería de ser trasversal a todas las movidas. La búsqueda de consenso es una mejor salida antes que tenerlo al presidente de la República operando desde Mburuvicha Róga, tratando de conseguir apoyos para la posición del Ejecutivo. Tiene en su entorno a personas con bastante experiencia en eso, tal vez sea hora de que empiece a escucharlas, aunque eso implique deshacerse de los aplaudidores.

Está visto que con los aplaudidores no está logrando los resultados esperados. El presidente debería jubilarlos. Y la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, se trata de resultados. Sobre todo en función de gobierno.

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