En los primeros cuatro meses del 2019 los productos del campo exportados cayeron 17,4% o 350 millones de dólares menos respecto de igual período del 2018. La soja -24% o 262 millones de dólares menos, con un precio de 37 dólares inferior. El peso mínimo del campo en lo exportado ronda el 40%. Se calcula que solo con la soja no ingresarán 1.160 millones de dólares, sumados a otros rubros se esfuman más de 1.500 millones de dólares “fácilmente”. Y es el principio de un tiempo muy duro.

Me enseñó un profesor inglés allá por los ’80 en Londres que el drama económico, social y político de los latinoamericanos era que los gobiernos siempre terminaban atacando a los que producían y favorecían a la población parásita ayudándola generosamente en su consumo sin mayor aporte de trabajo. “El populismo es la enfermedad de ustedes, Mister Pablo, que es la prostitución de la democracia, es decir, la democracia prostituida. Les gusta regalar lo que otros producen perjudicando de diversas maneras a los que producen. Estos más tarde producen menos porque no hay beneficios. Y la población parásita al final termina con menos producción que consumir, se ‘pelean’ en los mercados por un pedazo cada vez más chico de una torta cada vez menor”, me explicaba poniendo sus manos detrás de la cabeza, inclinándose hacia atrás en su sillón y levantando los dos pies sobre la mesa. Imagen imborrable.

Continuó mirándome fijo, dándome la impresión de que valía la pena seguir perdiendo unos minutos conmigo, claro está, de manera cómoda, como quien descansadamente sabía perfectamente qué decir sin el más mínimo esfuerzo mental. “¿Y entonces?”, pregunté. Abrió aún más sus ojos y dijo: “Suben los precios de lo que la población parásita quiere consumir, los gobiernos intentan artificialmente seguir ayudándolos ‘tirando’ dinero a las calles, pero no lo logran, la inflación se dispara y el precio del dólar sube hasta las nubes porque todos (políticos, parásitos, empresarios, trabajadores, productores) se refugian desesperadamente en una moneda que les permita salvar sus ingresos y ahorros. Que en vuestros países es el dólar por excelencia. ¿Y quién consigue los dólares para todos? Los que producen, los productores, el campo. Pero la fuente se fue debilitando, agotando, con menos exportación y menos ingresos de dólares, lo que empeora lo peor. ¿Cómo empezó todo, Mister Pablo? Atacando a los que producen, que en el caso de ustedes tiene como ring de boxeo el campo. Los populistas saben dónde se produce la riqueza. Y los políticos, en su gran mayoría, son populistas. “Vamos a distribuir la riqueza entre todos”, dicen. Y le roban al campo. Simple, Mister Pablo. Y veo que lo anotó todo. Ojalá lo aprenda”. Década de los ’80. A mediados. Estamos en el 2019 y en Paraguay todavía se odia al campo. ¿Quién puede producir bajo el ataque permanente de los que lo odian?

El Banco Central del Paraguay (BCP) nos informó semanas atrás que su estimación de crecimiento económico para este año se ubica en 3,2% (3,7% en el 2018, 5% en el 2017 y 4,3% en el 2016), en gran parte por la caída de la producción de la soja en alrededor del 15%. ¿Pero qué pasa si la cosecha finalmente cae 20% o 25% como el clima “malo” lo va determinando? ¿Qué pasa, y no solamente “hoy”, sino también en los “mañanas” con el derrumbe del precio internacional de la soja, por debajo de 300 dólares la tonelada, lo que no ocurría en más de una década? ¿Qué pasa si alrededor del 50% de una cosecha herida aún no cerró sus negocios de exportación, porque esperaban una recuperación del precio, que finalmente no se dio, y ahora hay que hacerlo “perdiendo”? Y como un mal año de la soja impacta en todo y en todos, les puedo asegurar que ese razonable 3,2% del BCP de crecimiento en este año para mí es el techo, que no se alcanzará. ¿Cuál será el piso? Hasta aquí te puedo decir. Vamos a crecer menos de lo menos. Duele decirlo, pero hay que decirlo.


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