- Por Felipe Goroso S.
- Analista
- Twitter: @FelipeGoroso
La Real Academia de la Lengua Española define interino como alguien que desempeña un cargo o empleo por un tiempo determinado. Solo por un tiempo.
La crisis social, económica y política que sufre el pueblo venezolano lleva mostrándole al mundo su peor rostro durante por lo menos 4 años. La oposición había ganado las elecciones legislativas de diciembre del 2015 a pesar de leyes electorales amañadas, el masivo uso de recursos estatales y la censura a medios de comunicación por parte del régimen de Maduro. Desde ahí el derrape del régimen fue incontenible. Sin embargo, no fue el suficiente para su caída definitiva.
Lo que viene haciendo Juan Guaidó como presidente encargado es bastante plausible. De hecho, lo que logró ayer con la liberación de Leopoldo López y lograr la adhesión de un grupo de militares conlleva un alto grado de simbolismo. Ahora bien, de la que se espera mucho más es de la comunidad internacional, que a estas alturas ya debería caer en la cuenta de que lo hecho hasta ahora es absolutamente insuficiente. El pueblo venezolano no puede seguir siendo aplastado por tanquetas mientras los países solo observan y hacen declaraciones.
Venezuela, mientras tanto y en cuanto no reciba el apoyo efectivo, concreto y real de toda la comunidad internacional, seguirá siendo un país interino. Un país cuyo pueblo ya dio sobradas muestras de querer ser una república con todas las letras. Un pueblo que merece vivir en libertad. Y para los cómplices del régimen de Maduro en Paraguay: lo que está pasando en las últimas horas en Venezuela puede ser llamado un levantamiento o una rebelión, liderada por un civil, pero no un intento de “golpe”. No puede haber un “golpe” contra una dictadura surgida de un golpe contra la Constitución. Como nos recordaba ayer Andrés Oppenheimer.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, se construye con hechos concretos. El apoyo moral no alcanza y menos para el valiente pueblo venezolano.