Por Óscar Tuma

La justicia no consiste en dar o repartir cosas a las personas, sino el saber decidir a quién le pertenece esa cosa por derecho. Es un valor esencial en el cual se debe fundamentar la sociedad y el Estado en un sistema democrático republicano juntamente con los principios de legalidad e institucionalidad, sin los cuales no podemos hablar de Estado de derecho.

Hoy, aparentemente, soplan nuevos vientos en la Corte Suprema de Justicia, y digo aparentemente porque aún resta mucho por hacer. Si bien es un avance importante y un cambio para una mayor transparencia la transmisión en vivo de las sesiones, es imperativo y no menos importante que sus integrantes se independicen de toda injerencia externa porque la Justicia debe ser seria, fiable y, por sobre todas las cosas, respetuosa de la Constitución y las leyes.

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Es harto sabido que la clase política tiene cansada a la ciudadanía, pero no es menos cierto que la falta de justicia también, y me atrevo a decir que es en gran medida la responsable de la inestabilidad e impunidad que reina en nuestro país, especialmente en la clase política. Un claro ejemplo fue la discusión a gritos de los senadores Buzarquis y Amarilla en la sesión del Congreso frente a las cámaras de televisión, vergüenza que hoy el mundo tiene conocimiento. Durante el despropósito, los representantes como si fuese normal no se guardaron nada, se acusaron de “ladrones” de la propiedad del pueblo paraguayo como si eso fuese normal y se olvidaron, o no saben, que tienen la obligación de denunciar los hechos punibles de acción penal pública al Ministerio Público, que tiene que procurar que esos hechos no queden impunes y que debe actuar de oficio, sin necesidad de solicitud alguna, inmediatamente después de la noticia de su comisión, en este no se dio por enterado (…?).

Pero la cosa no acaba ahí, a raíz del famoso “cajoneo” hoy se llegó al absurdo en el Congreso que se discuta cómo se deben llenar las bancas, cuestión sobre la cual cada senador tiene su teoría y la pueden defender sin ruborizarse porque hasta la fecha la acción planteada por el ex presidente de la República duerme en la máxima instancia judicial, lo que ocasiona un cúmulo de problemas por falta de resolución, porque la justicia lenta no es justicia, y donde no hay justicia, no hay nada.

La práctica del “cajoneo” es normal en nuestro país cuando los operadores de justicia quieren hacerse de los “ñembota”, lo hicieron antes, lo hacen ahora y lo van a seguir haciendo si nosotros los ciudadanos no obligamos a los mismos a que cumplan con sus obligaciones. Y son varios los ejemplos de “cajoneos”, y existen de todos los colores y esto es una vergüenza. Y vuelvo a decir, el mayor ejemplo es que a casi un año de haber asumido sus funciones, no sabemos si tenemos o no dos senadores “mau”, cuestión sobre la cual algunos aseguran que sí y otros que no, y esto ocurre porque el poder del Estado encargado de resolver el conflicto, la Corte Suprema de Justicia, no lo hace, cuando debería haberlo resuelto de forma inmediata para evitar inestabilidad política e injusticias.

Las dilaciones en resolver cuestiones urgentes muchas veces tienen que ver con la corrupción o la falta de valor, y ocurre porque los ciudadanos no ejercemos la presión necesaria y, debido a esto, los ministros de la Corte no se sienten obligados a nada. Lo peor de ello es que esa dilación da por tierra con el principio republicano, el interés público, el imperio de la ley, la justicia y la igualdad ante la ley.

Es un sueño, pero que hermoso sería que los nuevos vientos abran, como dije, los cajones no solo de los ministros, sino también de las secretarias; se ordene una auditoría pública y así como se trasmiten las sesiones del máximo tribunal de la república se haga conocer al supremo los casos pendientes de resolución que tienen años durmiendo, como lo ordenó recientemente el ministro Manuel Ramírez Candia, integrante de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, quien solicitó que sea sometida a una auditoría su secretaria debido a la cantidad de casos denunciados, a quien aplaudo de pie por su resolución.

Está en manos de todos los miembros de la Corte Suprema y en especial de los nuevos integrantes no defraudar la esperanza del sufrido pueblo paraguayo y que los nuevos vientos soplen fuerte en beneficio de nuestro querido PARAGUAY, “porque donde hay poca justicia es un peligro tener razón”.

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