Por Jorge Torres Romero

Esa antigua fábula de Esopo bien podría replicarse en lo que sucede hoy en el Ministerio de Obras Públicas, a cargo del pastor Arnoldo Wiens. Tiene a su cargo un ministerio complejo, pero con la mayor asignación presupuestaria entre todas las instituciones; sin embargo, la dependencia a su cargo no despega, está empantanada y con serios signos de falta de liderazgo y nula visión de lo que se tiene que hacer.

En octubre del año pasado se dio un caso particular que ahora reflota por una demanda en curso. Wiens montó en cólera cuando supuestamente su ex director de la Unidad Operativa de Contrataciones, el abogado Carlos Becker, introdujo una adenda en una licitación pública que beneficiaría a una empresa en particular. Anunció en varios medios de comunicación que tomaba la decisión de destituir al funcionario “por un hecho de corrupción” y el anuncio hasta cayó bien porque se daba indicios de cortar viejas prácticas asumidas en esa institución.

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Según Becker, todo se inició el 17 de octubre del año pasado, cuando recibió una llamada del jefe de gabinete del MOPC, Édgar Ibáñez, recriminándole por la adenda como si fuese que lo hizo de manera inconsulta. Pero la referida adenda se originó en la Unidad Ejecutora del Proyecto con aval del ente financiador, que era la Corporación Andina de Fomento y la Dirección de Vialidad del MOPC, según se demostró posteriormente en una auditoría interna ordenada por las propias autoridades de la cartera y en la que Becker fue desvinculado de cualquier modificación unilateral y arbitraria efectuada en el pliego.

Wiens nunca pudo demostrar la responsabilidad del destituido funcionario. Es por ello que Becker entabló la semana pasada una querella contra Wiens por la comisión de los hechos punibles de calumnia, difamación e injuria y reclama un resarcimiento económico de G. 6.000 millones. Según el escrito de la querella, Wiens profirió deliberada e irresponsablemente ante los principales medios de comunicación del país acusaciones falsas contra el ex funcionario para justificar su remoción del cargo.

En su relato de los hechos, Becker, quien antes de ser designado en el MOPC se desempeñaba como gerente de la UOC de Petropar hasta agosto del 2018, señala que el 18 de octubre de ese año fue cesado en sus funciones por medio de una resolución en la que no se especificaba el motivo de su destitución. Ese mismo día, al hacerse pública la decisión, Wiens personalmente se encargó de difundir y divulgar ante los medios de comunicación que la remoción del funcionario fue por “indicios de corrupción”.

Becker lamentó el grave daño que le ocasionó este hecho no solo en lo económico, sino también en lo personal en cuanto a su reputación, ya que ante la opinión pública fue rajado junto con todo su equipo como si fuesen unos delincuentes.

El hecho determinante en este caso es que la adenda en cuestión nunca fue eliminada y es lo que genera una serie de interrogantes. Si tanto le molestó a Wiens la referida adenda ¿por qué continuó en el proceso? Es más, se dio la adjudicación de esa licitación y el proceso sigue con la misma adenda y con los mismos funcionarios que sí tomaron la decisión de introducirla.

El hecho sugiere que Wiens no tiene la más pálida idea de lo que sucede en la institución a su cargo; o si la tiene, es prisionero de un equipo de funcionarios que hacen y deshacen en el ministerio.

Su improvisación le traerá consecuencias personales como el caso de la querella criminal que debe afrontar, en la que se solicita resarcimiento económico y hasta cárcel. Pero esa improvisación, además de los problemas personales que solo deberían preocupar a Wiens, nos perjudica a todos los paraguayos. Un ministerio clave para generar obras de infraestructura y dinamismo económico, tan necesario en medio de la desaceleración que se siente en la calle, hoy está empantanado. Un ministro inútil es casi igual o peor que un ministro corrupto. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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