• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina

El presidente Mauricio Macri y la senadora Cristina Fernández, ex presidenta entre 2007 y 2015 y sin que aún confirme su candidatura para suceder al actual mandatario, aparecen en el horizonte social y político como los más rechazados por la sociedad argentina pero, posiblemente, también serán los más votados el domingo 27 de octubre próximo cuando las urnas silencien a las especulaciones.

En ese esquema, la emergencia del ex ministro de Economía Roberto Lavagna –quien tampoco es candidato formal– agrega incertidumbre a los dos más mencionados porque, al parecer, consigue según coincidentes encuestas, entre 12 y 17% de “intención de voto”. Una segunda vuelta será inevitable pero, saber quiénes competirán en ella es un interrogante tan enorme como intentar imaginar quién se alzará con el triunfo.

El analista Ricardo Rouvier, en diálogo con La Nación, asegura que “la imagen positiva de Macri está en 37,9%” mientras que “el 62% opina que su gestión es negativa”.

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“La gran mayoría de la ciudadanía considera que la inflación va a continuar alta y no tiene esperanzas de que el Gobierno vaya a controlar finalmente el ritmo de la dinámica de los precios”, añade el académico quien esto “ha generado desilusión y mayor escepticismo en la opinión pública”.

Por su parte, la senadora Fernández, señala Rouvier se encuentra “con una imagen negativa alta del 57%” pero precisa con una intención de voto del 33,4% mientras que Macri obtiene el 24,9%”. Ante un eventual escenario de balotaje, reporta que, “al día de hoy, Cristina llega hasta el 41,1% mientras que el Presidente está en 37,1%”. Nada muy distinto de otros encuestadores.

Mauricio lo sabe. Quizás por ello, en sus más recientes expresiones públicas de cara a un futuro que permita “dejar atrás lo viejo y los privilegios de unos pocos” introdujo retazos del pasado. Evocó a los ex mandatarios Juan Domingo Perón (1949-1955 y 1973-1974); Arturo Frondizi (1958-1962) y Raúl Alfonsín (1983-1989). El mandatario sospecha que con la promesa de que lo mejor llegará si se sostienen las actuales políticas no es suficiente. La perspectiva de volver al llano lo convence de la necesidad de sincerar el presente desde una historia que aporta tragedia.

Argentina podría ser categorizada como un ecosistema social alterado. En los últimos 89 años registra seis golpes de Estado. El último dejó un saldo criminal de 30 mil desaparecidos y una guerra emprendida y perdida contra Gran Bretaña que mató a unos 1.000 soldados de los cuales 649 eran argentinos. Desde 1966 hasta la actualidad –entre dictadores y presidentes constitucionales– 20 hombres y 2 mujeres ejercieron el Poder Ejecutivo. En lo económico, desde el 1 de enero de 1970, Argentina tuvo cinco signos monetarios y el Peso Moneda Nacional fue empujado 13 dígitos a la derecha. Entre 1991 y 2002 la economía fue dolarizada. Un dólar era igual a 1 peso. Eran tiempos de convertibilidad. En el 2002 se abandonó aquel esquema. El tipo de cambio se fijó en $ 1,40 por dólar. Por estos días cotiza a casi $ 45.

Los pagos de la deuda soberana se suspendieron en 1982, 1983, 1986, 1991 y 2001. Cada una de esas operaciones políticas tuvieron alto impacto en el conjunto social e indujeron a prácticas de supervivencia que se mantienen en el tiempo. Tanto Macri, como Cristina Fernández o Roberto Lavagna –por sólo mencionar a tres de los posibles postulantes para las próximas presidenciales– son parte activa de esa historia. ¿Qué tendrán para proponer?

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