Zadie Smith, es una de las mejores escritoras que me regaló el Siglo XXI. “Dientes blancos” y “Sobre la belleza” fueron mi ticket de entrada al cerebro, el sarcasmo y la genialidad de Smith. Hoy la reencuentro en “Tiempos de Swing”, que ya me recibe con un proverbio de la tribu Hausa: “Cuando cambia la música, también debe cambiar el baile”. Adaptarse o quedarse fuera del baile, nena.

Es ese cambio constante de ritmos y de tiempos, de movimiento y de vida, el que convierte a esto que la autora pretende vendernos como la simple historia de “dos chicas “marrones” que amaban bailar”; en tanto, tanto más.

Sí, es la historia de la narradora (innominada), a quien, para facilitar la lectura de esta columnita, llamaré como a la autora, Zadie, y su amiga Tracy, dos chicas mestizas que crecen en un barrio pobre del Norte de Londres, se conocen en una clase de tap, de niñas, y es obviamente Tracy la bailarina innata. Y Zadie es la apasionada por la danza como arte. Son los años 80, así que estas niñas se pasan viendo y aprendiendo de memoria presionando “play” y “rewind” en una videocasetera, cintas de Michael Jackson, de Fred Astaire, de Cab Calloway y Cyd Charisse. La era dorada de Hollywood también lo fue de las comedias musicales, de esos Fred y GInger que se deslizaban por la pantalla como flotando.

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Tracy y “Zadie” siguen derroteros diferentes. La narradora tiene una madre inmigrante que solo desea superar sus orígenes, estudiar y convertirse en una intelectual y luego en una política local. La madre de Tracy solo entiende de tutús rosados, de muñecas Barbie y de hacer que su niña brille, vive a través de ella. Tracy, lastimosamente, no tiene el talento para ser una “prima ballerina”, es una eterna chica del coro. “Zadie” se olvida del arte y consigue un trabajo como asistente de una artista pop muy conocida, de esas que representan “la nueva ola de colonización blanca en África”: la colonización de los “buenos”, de los que, sin saber nada, van, fundan una escuela, adoptan un niño pobre, y creen que han salvado una aldea entera, cuando en el mayor de los casos, solo han creado un lío mayor.

Eso es “Tiempos de Swing”, una conversación honesta sobre la raza, la certeza de que no vivimos en un mundo “post racial”; como muchos quieren creer, de la “cultura de la celebridad” y su trivialidad, y de lo que significa hoy en día ser una mujer de color, cuando creciste teniendo de ideales de belleza y éxito a nadie que se parezca a vos. Ni siquiera tu muñeca. Por eso es que la ironía sutil de Smith es tan primordial a su discurso. En un episodio de su infancia, recuerda una tarde que se pasaron arreglando la “Casa de Sueños” de la Barbie de Tracy. Ordenaron sus zapatos, peinaron sus blondisimos cabellos, pusieron orden en su caótico closet: “Y así, juntas, Tracy y yo, arreglamos la vida de esa pequeña mujercita blanca”.

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