• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina

En 1858 August Ferdinand Möbius, astrónomo y matemático, creó la cinta que lleva su nombre. Los matemáticos la definen como un “objeto no orientable” en el que resulta imposible señalar cuál es el arriba, el abajo, el afuera o el adentro. Möbius falleció hace poco más de 150 años. Los imaginarios transhumantes que incansables –desde hace 160 años– recorren de un lado a otro ese objeto de su creación podrán entonces subir hacia abajo o entrar hacia afuera y asegurar a quienes los observaran que hacen lo justo, lo tan necesario como inevitable y que “vamos bien” o “por el camino correcto”.

El ex presidente argentino Carlos Menem (1989-1999) y senador nacional fue condenado a 3 años y 9 meses de prisión por el delito de peculado con inhabilitación vitalicia para ejercer cargos públicos. También condenaron a quien fuera su ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo. Juntos, vendieron a la Sociedad Rural Argentina (SRA) un predio fiscal valuado en US$ 132 millones en apenas US$ 30 MM. Fueron denunciados 22 años atrás.

En octubre del 2018, los mismos reos –Memen y Cavallo– fueron sentenciados a 4 años y medio y, 3 años y 6 meses, respectivamente, por la “sustracción de caudales cuya administración, percepción o custodia le fueron confiados en razón de sus cargos”, entre 1995 y 1999. También se los inhabilitó de por vida para ejercer cargos públicos.

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Carlos Menem, en junio del 2017, fue condenado en segunda instancia a 7 años y medio de prisión por una venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, entre 1991 y 1995. También lo inhabilitaron por 3 años para ejercer actividades comerciales; por 14 años para ejercer como funcionario o empleado público; en forma total (vitalicia) para integrar fuerzas de seguridad y para ejercer la patria potestad. Sin embargo, en octubre 2018, fue absuelto por otro tribunal que entendió que, luego de 23 años de proceso judicial sin una sentencia firme, había sobrepasado “el plazo razonable” para un juicio justo.

Desde el 2005, Menem por el voto popular, es Senador nacional y, por su avanzada edad, es el decano de la Cámara Alta. En mérito a su ancianidad, cuando se encuentra presente en el Senado, tiene a su cargo el honor de izar la bandera en el recinto. Como legislador nacional tiene fueros que impiden que se lo detenga o encarcele hasta que sus compañeros en ese cuerpo colegiado lo despojen de esas diferencias sustanciales respecto de la ciudadanía en su conjunto.

Cavallo, por su parte y a diferencia de Menem, carece de privilegios. Es un ciudadano más. Pero tampoco ha sido detenido como consecuencia de ninguna de las condenas mencionadas ya que, por sucesivas apelaciones, no son sentencias firmes.

La dupla Menem (88) – Cavallo (72) –insignificantes en sí mismos– son, incluso individualmente, casos testigos para estudiar lo que también podría llamarse El Caso Argentino, el permanente déja vu o, por qué no, esa sociedad que transhuma incansable por la Cinta de Möbius.

En 1980, Julio Cortázar (1914 – 1984) publicó en un libro con diez cuentos titulado “Queremos tanto a Glenda”, un texto revelador: “Anillo de Möbius”. En él relata una violación surrealista que, según la académica Marta Macho Stadler, de la Universidad del País Vasco, simboliza con la cinta de Möbius “la idea de la continuidad entre los opuestos, la agredida y el agresor”. Es posible que tal valoración aplique a la Argentina.

Escribió Cortázar en esa obra: “Poco a poco se iban dando otros estados que acaso ya se habían dado, aunque ya significara antes y no había antes; ahora imperaba un estado viento y ahora un estado reptante en el que cada ahora era penoso, la oposición total al estado viento porque solo se daba como arrastre, un progresar hacia ninguna parte”. Casi el relato exacto de las sucesivas condenas judiciales a Menem y a Cavallo. ¿Será justicia?

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