Somos vulnerables por naturaleza. Estamos expuestos a constantes viscisitudes externas. La vulnerabilidad junto con la incertidumbre están presentes mientras se vive. Forman parte de las condiciones existenciales en las que el ser humano transita. El diccionario de la Real Academia Española indica que el término vulnerable proviene del latín vulnerabilis y hace referencia a lo que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente. Por otra parte, también se describe a la vulnerabilidad como la cualidad de vulnerable, haciendo referencia a la susceptibilidad de la vida misma.

La alusión a lo vulnerable se asemeja a la fragilidad humana. Es así dado que en los instantes que vive tiene un tiempo para asumir su paso por este mundo. De alguna manera la debilidad y la indefensión a las que aprende a identificar durante sus experiencias le enseñan a conocer sobre su propia esencia. Dando lugar al protagonismo de los propósitos que surgen en el devenir del crecimiento. Son las causas por las que se quiere vivir, las que le dan fuerza al movimiento diario, las que alegran cuando algo duele.

Somos invulnerables por naturaleza. Poseemos los recursos internos necesarios para afrontar los avatares del andar. Aquí la fortaleza hace su aparición y se asocia a la capacidad de resistir el dolor, de valorar el esfuerzo, de transformar el sentido de lo que sucede, de respirar profundo y de agradecer por el hecho de estar vivo, de percibir el soplo del viento, de sentir el cariño del otro, de admirar la labor del que hace lo suyo sin perjudicar a los demás.

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La alusión a lo invulnerable se asemeja a la seguridad humana. A lo que alimenta la inmunidad de las virtudes que estimulan el sistema de los sueños por cumplir. A los afectos que hacen invencible a los corazones que se proponen contagiar el entusiasmo por las tareas cotidianas que los impulsan a seguir hacia adelante. Así el concepto de invicto se traduce en intacto, en inexpugnable, en invencible, en invulnerable antes, durante y después de lo hecho dando todo.

La vulnerabilidad tiene rostros, la sociedad tiene rostros. Todos somos vulnerables. Todos somos sociedad. Ante los diferentes tipos de riesgos de los que cada uno puede llegar a vivir, es fundamental la disposición permanente del ánimo hacia aquello que tutele el desarrollo de ambientes constructivos, abiertos, inclusivos, inspiradores y comprometidos en crear espacios que fomenten los valores ciudadanos que pregonan el bienestar social.

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