- POR OLGA DIOS
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“Nombra un solo héroe que haya sido feliz. Yo seré el primero”.
Madeline Miller es una profesora de clásicos en la Universidad de Boston que decidió ponerles voz y vida propia a sus objetos de estudio, devenirlos sujetos, y así nacieron un par de joyitas de la literatura contemporánea que descubrí este enero: “La canción de Aquiles” y “Circe”, más un precioso cuento corto sobre el mito de Galatea. Entrando en personaje, y cual pitonisa griega “os advierto” que volveré a ella y a su obra en esta columna más pronto de lo aconsejable.
Empecé por su primer libro: “La canción de Aquiles”. Recorre la vida del héroe clásico, fruto del rapto de su padre, Peleo, el Rey mortal de Ftía con la diosa Tetis. Aquiles, nacido para ser el mejor guerrero de todos los tiempos.
Lo más interesante de la novela de Miller es su narrador: Patroclo, joven príncipe exiliado a Ftía por su padre, luego de matar accidentalmente a un muchacho. Patroclo, el amigo por antonomasia. El compañero que Aquiles elige de niño. Quizás, en su adultez alguien mucho más cercano. ¿Importa si la autora se tomó la libertad de convertir al fiel Patroclo en el gran amor de la vida de Aquiles? Importan solo el amor y la devoción que ella sabe transcribir en estas páginas. Del amor entre dos mortales, pero lleno de los más altos ideales.
Se desata la guerra entre Esparta y Troya por el rapto de la esposa de Menelao por Paris. Helena, esa chica cuyo rostro lanzó mil barcos. Tetis hace lo imposible por evitar que se cumpla la profecía de que, si Aquiles fuese a aquella guerra, moriría. Lo esconde, con Patroclo, en una cueva con el sabio Centauro Quirón durante tres años.
Finalmente, el destino llega en forma de Odiseo, quien busca al mejor guerrero para pelear contra los Troyanos. Aquiles y Patroclo cumplen con su deber, amparados por otra profecía: Aquiles no moriría antes que Héctor. Y como jocosamente repetía el héroe “¿Por qué habría de matarlo? Héctor no me ha hecho nada”. Pero vaya si lo hace, y el héroe no puede hacer más que ejercer su brutal venganza matando a Héctor y deshonrando su cadáver. El enamoradizo Paris reaparece en escena, y ayudado por Apolo, Dios de la guerra y celoso del máximo héroe mortal, termina cumpliendo la profecía. ¿El toque de la autora? Un giro inesperado en el lugar donde la flecha hiere a Aquiles, basado en los relatos pre-Homéricos. Alerta de spoiler: olvídense del talón.