• POR EDUARDO “PIPÓ” DIOS
  • Columnista

La próxima semana se cumplen 30 años del golpe libertador del 3 de febrero de 1989.

Muy que les pese a mis amigos stronistas, lo digo con cariño, salimos de una dictadura corrupta para entrar a una democracia... corrupta, pero democracia al fin.

Les encanta decir a los nostálgicos del Rubio que en su período se hicieron grandes obras, rutas, luz, agua, teléfono y colectivo en la puerta, cosa que no deja de ser cierto. Si en 35 años no hubiera hecho lo poco o poquísimo que hizo, y en el caso de Itaipú por mera presión de los brasileños, ya hubiera sido el colmo. Calculemos que “Migeneralstroner” estuvo gobernando como 7 períodos de los de ahora y sin oposición de nadie. No tenía Parlamento jodiendo ni oposición fuerte ni menos aun prensa... ABC jodió un par de años y lo cerró... sin mucho drama. De más está decir que se robaron el importe de 4 obras por cada una que hacían, así que mejor no sigamos porque se van a deprimir aún más.

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Resumen, tampoco fue la panacea, que cual viuda que recuerda solo lo bueno que era anga el difunto nos quieren vender.

Suelo escuchar que “si no hubiera Parlamento” o “prensa” jodiendo se harían más cosas. Y no es del todo falso, sobre todo parlamentarios filibusteros que simplemente tratan de sacar una tajada del negocio para no poner palos o prensa que defiende los intereses comerciales de la corporación que la financia.

Así venimos a los tumbos, la costanera, las rutas, las ampliaciones de rutas, aeropuerto y metrobús. Obras de vital importancia que son boicoteadas desde los sectores del poder fáctico, tanto políticos como cierta prensa, que metida hasta el cuello en negocios y negociados inmobiliarios, viales, telecomunicaciones y transporte quiere quedarse con todo y sino que no haya nada.

Y así han pasado estos treinta años, haciendo lo que se puede, lo que ya no se puede atajar, con el silencio cómplice de muchos que no se animan o animaban a decir la verdad por el temor a los escraches selectivos. Recuerdo cuando Pablo Herken decía el año pasado que el daño causado por estos “empresarios de la prensa” se podría cuantificar en decena de miles de millones de dólares, exponencialmente más de lo que supuestamente evitaron que se robara (sic) con sus denuncias.

Ojalá esto acabe alguna vez, no sé... Ojalá.

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