- Por Jaime Egüez
- Director del Club de Ejecutivos
Quizás si hacemos una revisión de los últimos 15 años de construcción de cambios en nuestra sociedad –sean estos cambios económicos, sociales o empresariales– podemos mirar que existen dos grandes iniciativas. Las que fueron realizadas como un espasmo temporal con mucho esfuerzo, foco y dedicación, pero con la característica que tuvo una figura individual con alta exposición liderando esta iniciativa. Las otras, aquellas que fueron realizadas desde una iniciativa que no tuvo un dueño de la idea, pero sí una clara exposición del objetivo consensuado por un grupo de interlocutores donde no se distinguía a ninguno que se llevara los laureles.
Ambas iniciativas contribuyeron para determinados avances en el país, pero definitivamente el segundo grupo produjo muchas más acciones y pudo construir nuevas realidades positivas sustentadas en una aprobación del objetivo que luego de todos estos años continúa vigente. Así, de modo a enumerar solo dos iniciativas, podemos decir que la destinada a conseguir que Paraguay tenga estabilidad macroeconómica que le permita generar independencia de factores regionales no tuvo ningún iluminado que la haya impuesto. De igual modo, la iniciativa de destinar parte de los recursos del Estado a disminuir el impacto de la extrema pobreza en familias y en niños tampoco tiene un héroe a quien le demos el crédito de ser el creador de la misma.
El país necesita muchos más líderes que incidan en construir e impulsar iniciativas con un gran espíritu altruista, donde las agendas individuales y las aprobaciones y consensos no pasen por una lucha de egos personales. Si bien muchas iniciativas deben ser analizadas dentro de un marco de intereses sectoriales y en algunos casos de impactos más puntuales en segmentos de la sociedad, nunca debemos dejar de ver la iniciativa como acciones concretas para que el país esté mejor, que la población tenga una mayor posibilidad de generar una vida digna y sostenible.
Tenemos que ver al país como una imagen de un resultado a 25 o 50 años. La sustentabilidad efectiva es el resultado de un proceso de pensar en generar resultados positivos para generaciones posteriores a la nuestras. Sumarse a iniciativas impulsadas por parte del sector privado o del sector público tiene que ser visto con otra óptica por parte de los interlocutores actuales en ambos lados. Tiene que haber espacio para el altruismo. Y la principal forma de probar esta actitud es la capacidad de ceder espacios de exposición individual a favor de estas iniciativas generales.
Dejo claro en este punto que debido a la dinámica de la sociedad persistirán en muchos casos acciones que puedan generar dificultades de aceptación, ya que afectan a grupos completos de la economía. Pero debe existir siempre el espacio de analizar iniciativas donde para ganar debemos todas las partes involucradas perder algo. Tiene que haber una agenda transversal de iniciativas globales a la sociedad completa que nos traiga beneficios estructúrales a todos los ciudadanos.
No debemos insistir más en continuar apoyando acciones con la lupa del análisis de saber “quién es el que está detrás de esto”, sino agregar más rigurosidad para determinar el grado de aporte de la iniciativa, el grado de innovación, el grado de impacto futuro en solucionar una situación particular.
El altruismo debe estar instalado desde ambos lados. Desde los que proponen y dan su tiempo totalmente ad honorem para construir la República, hasta los que tienen como rol aprobar o denegar estas iniciativas siendo pagados por todos los contribuyentes para que gestionen las acciones del Estado. Pues es hora de concertación y conciliación, de lo contrario serán difíciles las acciones positivas.