• Por Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

La capacidad que tenemos los seres humanos para comunicarnos, expresar nuestras ideas, opiniones, puntos de vista y sentimientos de una manera clara y precisa, respetando a los demás, conforma en su conjunto lo que se denomina “inteligencia asertiva”.

El efecto positivo que nos motiva de vivir en armonía con los demás nos involucra a todos de manera directa y/o indirecta, tanto dentro de las organizaciones en las que trabajamos como en nuestra interacción diaria dentro de la sociedad en que nos toca vivir.

Como seres racionales e inteligentes que somos, siempre es recomendable acostumbrarnos a decir lo que sentimos y pensamos en el momento indicado, pero utilizando palabras apropiadas sin ningún tipo de agresión que pueda herir susceptibilidades de otras personas. O sea alguien que demuestre don de gente.

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Javiera de la Plaza, autor del libro “La inteligencia asertiva”, lo define de muy buena forma diciendo: “La asertividad es un estilo de comunicación que permite expresar pensamientos, sentimientos y opiniones en el momento oportuno, de manera desenvuelta, sin expresar nerviosismo, considerando los derechos de uno y de los demás”.

Muchas veces el abstenernos a emitir opiniones constituye la conducta más adecuada en un determinado sitio y momento, pues muy bien podría ser que los ánimos en ese momento “estén caldeados”, lo cual podría tornar que nuestro mensaje pueda ser recibido de manera incorrecta.

En muchas ocasiones los seres humanos partimos predispuestos al fracaso, cuando que lo bueno es que también pueda darse lo contrario, es decir partir predispuesto al éxito a través de un buen control sobre nuestra inteligencia emocional como lo señala Daniel Goleman.

No necesitamos tener un coeficiente intelectual elevado para poder darnos cuenta de que estamos viviendo en una época altamente competitiva y a la vez con elevado grado de estrés. Y es allí justamente en donde el saber aplicar la inteligencia asertiva y emocional juega un rol importante para el buen manejo de diversas situaciones que se nos puedan presentar en nuestro día a día.

Resulta importante que nos demos cuenta de que todos somos valiosos, independientemente de la formación académica que podamos tener. Todos tenemos el mismo derecho a expresar nuestros puntos de vista y opiniones, como también el aceptarnos y querernos como somos en la vida real.

Vivimos en la absoluta diversidad de los seres humanos y nadie es perfecto sobre la faz de la tierra, pero siempre es bueno hacer el esfuerzo por apuntar a la excelencia.

Una persona que posea capacidad asertiva sabe pedir y aprovechar las oportunidades que se les presenta, pero lo recomendable siempre es que lo haga adoptando una actitud decidida, que le permita abrirse camino sin miedo, ni vergüenza, y que como individuo más allá del medio en el que le ha tocado vivir, tiene el pleno derecho de trabajar dignamente.

Resulta necesario y recomendable que cada uno de nosotros hagamos en nuestro día a día una autorreflexión, acerca de qué tan bien o mal estamos aplicando nuestra inteligencia asertiva, pues de nada vale que “de labios para afuera” hablemos de sus virtudes si en la práctica seguimos con el famoso “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.

La diferencia que se establece entre diversas empresas y organizaciones no es solo por el producto o servicio que prestan, sino por la calidad humana de quienes trabajan en ellas” (Javiera de la Plaza).

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