POR OLGA DIOS

“Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sen­tirlo”.

Se acercan las vacaciones y con ellas las ganas de sur­tirse de una buena pila de esos libros para “devorar” disfrutando del solcito o de la simple holgazanería. Soy particularmente amiga de esos que vienen en serie, así que empiezo con algu­nas recomendaciones de “paquetes literarios”.

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Este es un favorito perso­nal. Disfruté cada uno de estos libros durante los diez años que transcu­rrieron entre “La sombra del viento”, “El juego del ángel”, “El prisionero del cielo” y “El laberinto de los espíritus”. Carlos Ruiz- Zafón es un gran contador de historias, y esta serie, un regalo para los aman­tes de los libros. Y no me refiero solo al disfrute de la lectura como actividad, sino de los libros en sí, como objetos preciosos. Enfer­mos como yo, que si ter­mino de leer algo que me gusta y no me queda en la biblioteca, mirándome con cariño y recordándome los buenos tiempos, me siento estafada.

Daniel Sempere tiene diez años y acaba de perder a su madre. Vive con su padre en el piso de arriba de su librería en Barcelona. Esta­mos en los años 40, en la más dura posguerra. Una mañana, el padre lleva a Daniel a conocer un lugar mágico: el Cementerio de los libros olvidados. Escon­dido en los laberintos del Barrio Gótico, es un refugio para bibliófilos. Aquel que entra debe seguir un ritual, el de elegir un libro y con­vertirse en su guardián de por vida.

Así es como llega a manos del niño “La sombra del viento” y se obsesiona con la historia y su enigmá­tico autor: Julián Carax. Nadie sabe su paradero, ni siquiera si está vivo, pero el libro parece ser un tene­broso relato basado en su propia vida. De las orillas del Tibidabo, a bordo de un tranvía casi fantasma, a las tenues luces de un amane­cer en el Sena, de Barcelona a París a través de décadas tumultuosas, Daniel irá creciendo y convirtién­dose en hombre, y solo el tiempo será capaz de darle lo que más ansía: la elusiva verdad.

“Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él”.

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