- Por Fernando Filártiga
- Abogado
La comunidad del desarrollo desembarca en Bali, Indonesia, donde esta semana transcurren las Reuniones Anuales del Grupo Banco Mundial (GBM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se continúa así la tradición iniciada en Londres (1947), de trasladar estas reuniones cada tres años fuera de Washington DC, como muestra de la internacionalidad que define al sistema Bretton Woods.
Asamblea. El evento central de las reuniones es la Asamblea de la Junta de Gobernadores. Se trata de representantes de los Estados miembros, usualmente los ministros de Finanzas, Economía o Planificación en el caso del GBM y los presidentes de bancos centrales en el caso del FMI, quienes reunidos en junta son la máxima autoridad de estas instituciones, por ende, responsables de adoptar definiciones de alta política desde aumentos de capital y distribución del poder de voto hasta los objetivos globales a los que deben dedicarse los recursos.
Otros eventos también primordiales son las sesiones del Comité para el Desarrollo y el Comité Monetario y Financiero Internacional, ambos conformados por algunos gobernadores según un sistema interno de selección y rotación. Estos comités suelen invitar a personalidades como el secretario general de Naciones Unidas y presidentes de otros organismos multilaterales, para lograr el debate más útil y comprehensivo posible sobre los desafíos de desarrollo que enfrenta la humanidad. Las conclusiones de cada encuentro son plasmadas en documentos públicos (DC/IMFC Communiqué).
Hay más. La consolidación del sistema Bretton Woods y las facilidades de transporte y comunicación de nuestra época fueron agregando participantes, temas y actividades a las reuniones y acabaron transformándolas en la cita del desarrollo.
En cuanto a los participantes, la convocatoria está abierta al sector privado, think tanks, la prensa y la sociedad civil, cuyos representantes se suman a las autoridades económicas de los países y organismos intergubernamentales. Incluso celebridades asisten a la cita para promover causas filantrópicas, como cuando el actor Sean Penn disertó sobre emprendedurismo joven en Lima, durante la anterior asamblea fuera de Washington.
Por su parte, las actividades van desde foros académicos y entrevistas con inversores en busca de nuevos mercados hasta diálogos entre delegaciones oficiales y staff del GBM/FMI, para calibrar prioridades en las respectivas agendas de cooperación.
Gran vidriera. Sin subestimar el contenido y las resoluciones formales adoptadas, una nota especial es el escenario de exposición que brinda a los países participantes esta cita. En efecto, es una semana dedicada a los países, que son a un tiempo materia de los diagnósticos y proyecciones, y destinatarios de los recursos en el caso de los emergentes. Veamos solo tres ejemplos:
(1) Grandes inversores internacionales están presentes, ávidos de entablar vínculos con pares extranjeros y de escuchar la voz oficial de los representantes de gobiernos, sobre todo en lo relacionado a seguridad, incentivos legales y vigencia del Estado de Derecho. El propio GBM tiene una división dedicada al sector privado: la Corporación Financiera Internacional, que aprovecha la asamblea para identificar oportunidades de negocios.
(2) Las oficinas de los economistas jefes del GBM/FMI, los departamentos regionales (ej.: Latinoamérica y Caribe) y las áreas de investigación suben al escenario y ofrecen panoramas de la coyuntura económica con detalles de cómo funcionan los países en sus respectivos contextos geopolíticos. Y este ejercicio lo replican, a un nivel más general y propositivo, los comunicados oficiales (DC/IMFC Communiqué).
(3) Las agencias calificadoras de riesgos también están presentes, toman nota de los estudios y se reúnen con las autoridades. La impresión que se llevan de estas interacciones influye, quizás sutilmente, en las calificaciones crediticias que asignan a los países. Y estas calificaciones acaban determinando el acceso y la calidad de la deuda que toman los Estados en el mercado, allende los préstamos multilaterales.
Nuestro caso. Debemos aprovechar la gran vidriera. El manejo profesional de la economía en los últimos años ha rendido frutos codiciados a nivel mundial como previsibilidad, inflación baja y controlada, una ley de responsabilidad fiscal que se respeta e inversión intensiva en infraestructura. Según la última proyección de la oficina del economista jefe para Latinoamérica y Caribe del Banco Mundial, en el 2018 Paraguay crecería en torno a 4,0% sobre el PIB, mientras el promedio de la región se situaría en 0,6% y el de Sudamérica en -0,1% (informe semestral: “Sobre Incertidumbre y Cisnes Negros: ¿Cómo lidiar con riesgo en América Latina y el Caribe?, octubre/2018).
No somos ilusos, hay mucho por mejorar. Subió la inversión extranjera, aunque debe hacerlo más, así como el mayor tamaño de la economía depende de fórmulas eficaces de redistribución y equidad para consolidarse como conquista. Como es obvio, sigue la lista…
Pero el Paraguay más serio, con finanzas más ordenadas, dinámico y atractivo para capitales que antes no lo ubicaban en el mapa; el que ingresó al Centro de Desarrollo de la OCDE el año pasado y lo hizo en tiempo récord; es el país que definitivamente puede continuar destacándose entre las economías emergentes de Latinoamérica y escalar protagonismo en la cita del desarrollo.