Lo que reveló Luis Calderón, de la Organización Socorro, con relación al Grupo Lince es la muestra clara de que ese eslogan del gobierno “de la gente” es un mero marketing y una burda pretensión de engaño a la ciudadanía con efectos populistas carentes de contenido, típico recurso para envolver la mediocridad e ineficacia en un celofán brilloso.

Los elevados casos de asaltos domiciliarios –datos corroborables en las comisarías– al igual que la invasión de motochorros en la capital, Área Metropolitana y algunas capitales departamentales como Ciudad del Este se deben a la total desaparición del Grupo Lince de las calles.

El miércoles pasado, en Radio UNO Lucas Lanzoni (PLRA), intendente de Ñemby, nos confirmó que desde agosto (asunción de Marito) se borraron como por arte de magia los agentes de este grupo de élite, lo que dio pie a los reiterados casos de robos callejeros perpetrados por motoasaltantes.

El farsante ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, con su habitual pedantería, intentó justificar la avalancha de violencia e inseguridad que se vive en las calles aduciendo la disminución de linces porque se había ordenado cobertura de estos en otras ciudades del interior. Dato falso y argumento malicioso, ya que con esta misma cantidad de efectivos se había logrado bajar prácticamente a cero los casos de asaltos propiciados por motochorros en la capital.

Villamayor no tiene argumentos para seguir engañando lo que realmente hicieron. La perogrullada del ministro de que el problema de la violencia es heredada y se trata de una cuestión educativa es un axioma para evitar asumir públicamente lo que realmente hicieron.

Al asumir Mario Abdo le cortaron el presupuesto al Grupo Lince porque consideraron la efectividad de esta fuerza como una “propaganda cartista”. Esto fue lo que ocurrió. Así de simple, hecho que lo confirmó Calderón y lo ratificó el director de Yacyretá, Nicanor Duarte Frutos, al anunciar que la binacional fondeará de vuelta a este grupo especial de la policía.

La eliminación de la “propaganda cartista” ya lo venía anunciando Villamayor antes incluso de asumir formalmente el cargo con el cuento de que los linces debían usar portanombres, cara descubierta, que no se podía dividir a las fuerzas policiales, entre otros disparates y argelerías, hasta que encontraron la manera de liquidar al grupo ahogándolo al dejarlos sin recursos para seguir operando y ni siquiera continuar con cursos y capacitaciones que estaban previstos.

Esta maniobra hasta criminal del gobierno de Mario Abdo, enceguecido por el odio y el revanchismo político, le cuesta caro a la ciudadanía.

Un despensero esteño que tuvo que salir a hacer justicia por mano propia, una familia que llora la muerte de uno de los suyos, una joven universitaria luqueña recuperándose del shock de recibir un refilón de bala en la cabeza cuando le llevaron la mochila, una doméstica ultrajada en Ñemby y centenares de otros casos perpetrados solo en una semana, son las víctimas que están pagando un costo muy alto por la llegada al poder de un equipo de ineficientes, mediocres, corruptos y oportunistas que están jugando a gobernar.

Afortunadamente, o quizás porque leyeron que se les venía la noche por el problema de la inseguridad, reaccionaron y esperemos que lleguen rápidamente esos fondos, pese a la burocracia que se hará vía PNUD, para que nuevamente los linces entren en acción, antes de seguir lamentando más víctimas.

Si no fuera por la labor de la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, con el látigo sobre sus fiscales en contra los corruptos, que tiene allí los ojos de la opinión pública y prensa en general, el drama de la inseguridad y la reacción ciudadana hubieran estallado ya. Menos viajes, menos marketing, menos fotos y más acción, resultados y gestión es lo que se espera. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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