POR DANY FLEITAS
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“Yo, Rutherford Birchard Hayes, presidente de los Estados Unidos de América, después de haber tomado en debida consideración las dichas exposiciones y documentos fehacientes, juzgo: que la dicha República del Paraguay tiene los títulos perfectos y legales a la posesión del dicho territorio discutido entre el Pilcomayo y río Verde y de Villa Occidental situada entre ellos, y de consiguiente concedo a la dicha República del Paraguay el territorio en la orilla occidental del río del mismo nombre, entre el río Verde y el Brazo principal del Pilcomayo, incluyendo Villa Occidental”.
Se trata del laudo arbitral del presidente de los Estados Unidos Rutherford Hayes (1877 y 1881), emitido el 12 de noviembre de 1878 –que resolvió la cuestión de límites entre Argentina y Paraguay–. En 1878 Argentina y Paraguay le solicitaron a Hayes actuar como árbitro para definir sus límites en el Chaco Boreal luego de la Guerra de la Triple Alianza entre Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay. Hayes laudó en favor de la posición paraguaya.
En gratitud a ese histórico fallo de un presidente de los Estados Unidos, un departamento de nuestro país se denomina Presidente Hayes, que tiene hoy por capital a la ciudad de Villa Hayes, una decisión tomada muy acertadamente.
Esa decisión del presidente de los Estados Unidos habría de marcar el desarrollo y curso de las decisiones futuras de países vecinos, entre ellos Bolivia, un país que tras perder costas en el Pacífico en su guerra contra Chile, buscaba apoyo internacional para invadir el Chaco Boreal con la intención de sacar sus productos por el caudaloso Río Paraguay hasta el Río de la Plata, en el Atlántico. Pero como EEUU había fallado a favor de Paraguay, era difícil que se prestara a las pretensiones bolivianas sobre el Chaco Boreal. Entonces, se aventuró a invadir el Chaco Boreal, con las consecuencias que todos conocemos. Los paraguayos los hicieron replegar hasta las estribaciones de Tarija, recuperando su territorio y más, significando la derrota boliviana.
Las causas y antecedentes de la Guerra del Chaco, en que perdieron la vida más de 90.000 soldados (60.000 bolivianos y 30.000 paraguayos), son bastante complicados. Sin embargo, se resalta el hecho de una nefasta herencia de la época colonial de determinación de límites para ambos países.
El Chaco Boreal, hoy Chaco Paraguayo –solo un poco más pequeño que Francia– era una inmensa zona inhóspita y despoblada, por lo que ambas naciones tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones de acuerdo con documentos y líneas propias que no eran aceptados por ninguno de los dos. Se habían establecido cuatro tratados de límites entre 1879 y 1907, pero más tarde tampoco habían sido aceptados definitivamente por Paraguay y Bolivia.
Cuando Bolivia pierde su salida al océano Pacífico, como consecuencia de la Guerra del Pacífico (1879-1883), el Chaco adquirió un valor estratégico, siendo necesaria su ocupación para salir al océano Atlántico por el río Paraguay.
Otra de las razones de Bolivia para la ocupación del Chaco tiene que ver con los rumores, ya en esa época –como hasta hoy–, de la supuesta existencia de petróleo en el subsuelo chaqueño, que la Standard Oil ya extraía en los bordes de la serranía en los umbrales del Chaco Boreal. Ocurrió que la Standard, cuentan los historiadores, fracasó en su intento por sacar el petróleo boliviano por un oleoducto en territorio argentino. Entonces, la otra opción era lo más al sur posible, nuestro Chaco.
Así, Bolivia resolvió la invasión del Chaco Boreal, yendo a una guerra contra Paraguay que se inició en 1932 y culminó en 1935. No obstante, la ocupación del Chaco ya se venía produciendo varios años antes del inicio formal de la guerra, llegando inclusive hasta el Bajo Chaco, en Nanawa. Los bolivianos necesitaban apoyo extranjero para conquistar suelo paraguayo, pero el laudo Hayes los descolocó y emprendieron una guerra en un territorio hostil que no conocían y contra un pueblo que ya había demostrado su bravura apenas pocas décadas atrás en la contienda contra la Triple Alianza.
Arremetieron contra paraguayos ante la atenta mirada de otras potencias del mundo, como Estados Unidos y Gran Bretaña, que supuestamente también tenían intereses petroleros en Sudamérica. Conocidos historiadores afirman que el petróleo en realidad fue la gran causante de la Guerra. Dos empresas extranjeras se disputaban en aquel entonces el control del petróleo: la inglesa Rochall Dusch (Shell) y la Standard Oil (Esso), norteamericana, con presencia en Sudamérica. Esta versión refiere que ambas compañías utilizaron a dos pueblos hermanos, Paraguay y Bolivia, para definir la posesión de un vasto territorio en el que se creía había abundante petróleo. Hasta hoy, ambas cosas son especulaciones: la incidencia de las compañías en la guerra y la existencia del “oro negro” en el Chaco. Se comprobó, no obstante, que hay gas, pero no crudo o petróleo para su explotación comercial.
El Chaco, tal como lo conocemos, es parte de la República del Paraguay debido a decisiones valientes de verdaderos guerreros que hasta derramaron sangre por defenderlo. Si hoy cuenta con casi 250.000 kilómetros cuadrados, es porque otro diplomático y ex presidente de EEUU se plantó y evitó que Argentina se quede con gran parte de la Región Occidental. No estamos ni podemos actuar nunca solos. Por eso, va mi homenaje a todos ellos. Es bueno recordar la historia en este tiempo en que celebramos la firma del Tratado de Paz, realizada en Buenos Aires un 12 de junio de 1935.